La Semana Santa es un Misterio de fe, de amor, de gracia. Celebramos el Misterio central de nuestra fe. Nuestro corazón se sitúa ante el de Cristo, que al quebrarse, nos va mostrando lo que significa la autenticidad y la grandeza de una vida entregada. Es Dios que nos ama y nos perdona siempre, y lo muestra acogiendo la muerte de su propio Hijo.
Hemos de disponer nuestro corazón a vivir estos días santos en Camino con Cristo, para experimentar la vida nueva que brota de su Pasión, Muerte y Resurrección.
Todo el Camino de la Semana Santa tiene su Centro en el Triduo Pascual, con su Prólogo el Jueves Santo:
El jueves NOS SIENTA A LA MESA, y nos hace comer su Cuerpo y beber su Sangre. El alimento que nos salva, el alimento de nuestra liberación, el alimento para amar igual que Jesús.
El viernes, EN LA CRUZ EL DOLOR, nuestro dolor, se transforma por la fuerza del Amor. En la contemplación de la Cruz experimentamos el Amor de Dios por cada uno de nosotros.
El sábado, SU SEPULCRO, guardamos silencio ante su descenso al lugar de los muertos, de allí brotará el grano que dará fruto abundante.
El Camino llega a su cumbre en la VIGILIA PASCUAL, con la que comenzamos a celebrar EL DOMINGO DE RESURRECCION. ¡ No faltemos a la Vigilia Pascual!. ES la Celebración más importante de todo el Año Litúrgico.
Cristo Resucitado ilumina nuestras noches, nuestras dificultades, nuestros problemas. Nos da una Vida nueva. Él sana nuestras heridas.
¡ Cristo ha vencido a la muerte! Y nosotros unidos a Él podemos vencer al mal, a la muerte, a la injusticia.
Amigos, Hermanos, vivamos la Semana Santa en Camino con Cristo, Rostro de la Misericordia del Padre, y seamos testigos de la Vida Nueva de su Resurrección.
Adolfo
Sacerdote