Hoy celebramos un santo español excepcional , cuya labor a pesar de haber vivido en los siglos XV y XVI , sigue siendo . Su nombre familiar era Iñigo López de Loyola, pero decidió cambiarlo por Ignacio cuando estudiaba en París.
Su historia , como los propios jesuitas cuentan, es la de un hombre cuyo único afán era descubrir la voluntad de Dios y cumplirla. Durante su juventud persiguió honores y gloria, pero uno a uno se le fueron cerrando los caminos con los que soñó. A través de sus fracasos, derrotas y heridas fue como Dios entró en su vida. Poco a poco aprendió a dejarse guiar y a mantener siempre viva en su corazón la pregunta: ¿qué quieres ahora de mí Señor? Y el Señor le llevó casi siempre por donde él no esperaba.
La espiritualidad de Ignacio va destinada a hombres y mujeres que buscan algo más en su vida. Ignacio pretende que la persona se adentre en el mundo de los deseos para dejarse llevar por aquellos que le conducen al amor más grande y a la verdadera libertad. La persona, por sí misma, tendrá́ que darse cuenta de cuáles son esos deseos, porque dirá Ignacio que es de “más gusto y fruto espiritual” que la persona por sí misma se dé cuenta de las cosas, que si quien lo acompaña se las hiciera saber. Ciertamente necesita un buen acompañante que le ayude a confirmar sus búsquedas.
Impulsor y primer general de la Compañía de Jesús , apoyado por otros compañeros estudiantes en la Universidad de París , fundaron la Compañía en el año 1540. Su lema, Ad maiorem Dei gloriam, también conocido por su abreviatura AMDG, en latín significa «A la mayor gloria de Dios». Haciendo voto de pobreza, inicialmente su intención había sido ir a desgastar sus vidas a Tierra Santa , al no lograrlo se pusieron al servicio del Papa. A la muerte de Ignacio la orden contaba con casi un millar de miembros, cien años después eran 13000.
Desde entonces los jesuitas han llevado a cabo una intensa labor apostólica , propagando la fe, educando a la juventud, trabajando en todos los campos del saber, enfrentándose a las injusticias y defendiendo los derechos humanos. El legado de San Ignacio continúa hoy vivo, los jesuitas están repartidos por todo el mundo en 69 Provincias, 5 Regiones Independientes y 6 Dependientes; la Orden cuenta con casi quinientos años de existencia. Que San Ignacio nos ayude a acercarnos a Jesús y hacernos la misma pregunta que él se hacía ¿Qué quieres ahora de mí , Señor?, conocimiento interno de todo bien recibido para que yo, enteramente reconociendo pueda, EN TODO AMAR Y SERVIR.
Oración de Entrega:
Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed de ello
según Vuestra Voluntad.
Dadme Vuestro Amor y Gracia,
que éstas me bastan.
Amén.