Decía San Agustín : «Ama y haz lo que quieras…», ¿significan estas palabras que yo puedo hacer lo que quiera? ¿cómo entiendo el amor? ; es muy frecuente hoy en día hablar con personas que se piensan cristianas y sin embargo a pesar de que creen en que Jesús existió , eso no implica ningún cambio en su concepción de vida; es una creencia aprendida pero sus realidades no tienen nada que ver con Cristo.
Más aún, nosotros mismos según nuestros criterios y nuestras necesidades , determinamos qué parte de la religión nos conviene, qué parte de la moral cristiana está caduca porque no avanza con los tiempos, qué parte me vale, qué parte desprecio y de esa manera me hago mi religión a la carta, la que me interesa y se adecua a mi situación.
¿Por qué ocurre esto? En el fondo de esta situación lo que ocurre es que no ha habido un encuentro; Jesucristo no es un tema de religión ,ni una catequesis, Jesús es una persona real con la que te encuentras y cuando vislumbras como es, sencillamente enamora ; ese amor que se siente por Él es lo que determina qué debo hacer para no herirle y molestarle y qué no debo hacer, porque cuando amas a alguien procuras no herirle y cuando alguien te ama ocurre exactamente igual.
El estilo de vida cristiano , la moral cristiana, viene determinada por Jesús a través de sus Evangelios ; la Palabra del Señor es atemporal como Dios mismo, Jesús habló hace dos mil años como hablaría hoy, hace dos mil años escandalizó y hoy volvería a escandalizar porque sus palabras no dependen de los tiempos ni de las modas, su Palabra es Eterna.
Nos dejó la ley antigua porque Él no vino a abolir la ley (los diez mandamientos ) sino a dar cumplimiento, la vino a embellecer con el mandamiento del Amor, “ Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón , con toda tu alma, con todo tu ser , y al prójimo como a ti mismo”; Amar a Jesús conlleva una fuerte implicación, hay que aprender a conocerle e intentar entenderle mediante la lectura de la Palabra, hay que tratarle en la oración y en el rezo , acompañarle y recibirle en la Eucaristía para disfrutar de su presencia real y llenarnos de su fuerza, hay que pedirle perdón por nuestras ofensas en la Penitencia, para deslumbrarnos ante la belleza de Aquel que siendo perfecto perdona con infinito amor una y otra vez, hemos de descubrirle en el hermano sobre todo en el desfavorecido para amar como Él ama.
Es urgente y preciso que descubramos de nuevo a Jesús, al verdadero Jesús , tan desdibujado en el mundo de hoy.