Hoy en día existen personas que niegan la Resurrección, ya en la época de Jesús había grupos de judíos que lo hacían , éstos eran los saduceos; muchos piensan que con la muerte todo se termina; pero hoy el texto de San Marcos nos habla, al igual que nuestro Credo, de la Resurrección de la carne y así Jesús nos recuerda las palabras del libro de Moisés cuando Dios le dijo : “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, no soy un Dios de muertos, sino de vivos”.
Jesús tras su muerte se apareció a apóstoles y discípulos, para consolar y para conceder dones, resucitó de entre los muertos y vino de nuevo junto a sus seres queridos, se apareció a niños, adultos , en el mismo día a veces en puntos tan distantes que harían falta muchos días de camino para llegar de unos a otros. ¿Cómo entendemos esto? Así nos lo explica el Poema del Hombre Dios:
“para mí ya no existe la esclavitud de las distancias. Y este hecho de aparecerme simultáneamente os ha desorientado también a vosotros. Os habéis dicho: «Éstos han visto fantasmas».Vosotros, pues, habéis olvidado una parte de mis palabras: que de ahora en adelante estaré en Oriente y Occidente, en Septentrión y Mediodía, donde juzgue justo estar, sin que nada me lo impida y rápido como rayo que surca el cielo. Soy verdadero Hombre. Aquí veis mis miembros y mi Cuerpo, sólido, caliente, capaz de movimiento, respiración y palabra como el vuestro. Pero soy verdadero Dios. Y si durante treinta y tres años la Divinidad estuvo, en vistas de un fin supremo, escondida en la Humanidad, ahora la Divinidad, aunque esté unida a la Humanidad, ha tomado preponderancia, y la Humanidad goza de la libertad perfecta de los cuerpos glorificados. Reina es con la Divinidad y ya no está sujeta a todo lo que significa limitación para la Humanidad. Aquí me veis. Estoy aquí, con vosotros, y podría, si quisiera, estar dentro de un instante en los confines del mundo para atraer hacia mí a un espíritu que me buscara.”
La humanidad en Jesús goza ya de la libertad perfecta de los cuerpos glorificados, Humanidad y Divinidad reinan en Jesús resucitado, para el cual ya no existe el tiempo, ni la distancia, ni la muerte; es nuestro Dios , el Hijo, el Verbo hecho carne por los Siglos de los Siglos para nuestra Salvación, es el incansable buscador de nuestro amor que no dudaría en ir a los confines del mundo para atraer hacia sí a un espíritu que lo buscara.
Cuánto sufrimiento ha padecido, padece y padecerá todavía ese Corazón sediento del Amor de los hombres que tanta ingratitud recibe a cambio de tanto Amor.