Hemos vivido la preciosidad de la merecida Ascensión de Jesús al Cielo para disfrutar ya de la Gloria ; mientras tanto aquí entre los hombres se hacía necesario elegir un nuevo Apóstol para ser de nuevo doce, puesto que Judas habiéndose entregado al maligno, había desertado, ya no estaba.
El número doce debía ser completado de nuevo, es un número sagrado en Israel, doce eran los panes de la proposición, las doce puertas de la Jerusalén celestial, las doce tribus de Israel, los doce cimientos de la Muralla de Jerusalén.
Doce debían de ser los Apóstoles de Cristo, era además necesario elegirlo antes del día del Bautismo de Fuego , ya que los demás habían recibido el Espíritu en otras ocasiones, pero ahora todos esperaban el potente regalo del Cielo que Jesús les prometió , el Paráclito, el Consolador y ese día debían de estar los doce juntos, para recibir las fuerzas necesarias para proseguir su ministerio.
Los Apóstoles reunidos pensaron en dos nombres, José y Matías, apóstol de Juan, dos hombres de entre los setenta y dos que ya formaban parte del grupo de los discípulos. Fue de esta manera que confiando en el Padre y entregando su decisión al Espíritu Santo, los once eligieron a Matías para sustituir al traidor.
Poco más se sabe de San Matías, el Apóstol más desconocido, el que tuvo que dignificar un puesto que su predecesor había mancillado terriblemente. Hoy celebramos su fiesta; sobre el resto de su vida existen distintas tradiciones pero pocas certezas ; se sabe que fue fiel a su elección , que cumplió perfectamente con su labor y que finalmente sufrió el martirio.
Algunos escritores antiguos nos los presentan predicando en Jerusalén, en Judea, en las orillas del Nilo y en Etiopía, otra tradición sin embargo lo ubica en Macedonia. Se dice que fue cruelmente martirizado y al final murió en la cruz, en cualquier caso sabemos que hoy ya disfruta de la presencia de Dios uno y trino en el Paraíso.