El Sí de Dios a la Humanidad a través del Sí de María
Al coincidir este año con el Domingo de Ramos la solemnidad de la Anunciación, ha quedado trasladada al día de hoy, el primero posible tras la Octava de Pascua.
Las Celebraciones Pascuales llenan de luz el Misterio de la Encarnación.
Celebramos, hoy, los Comienzos de la Salvación en la Solemnidad de la Anunciación del Señor. El que desde todos los siglos era el Unigénito de Dios, por nosotros y por nuestra Salvación, se encarno en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo se hizo hombre. Festejamos con gratitud la plena disponibilidad de María, que quiso acoger de forma gratuita y generosa la vida de Dios como un don, a pesar de las dificultades.
Contemplamos en este día la figura de María, la Esclava del Señor que con su fiat, “hágase en mi según tu palabra”, es prototipo de todo creyente por su confianza en Dios, por su disponibilidad al plan de Dios. María concibe a su Hijo primero por la fe que biológicamente. María se pone en manos de Dios acogiendo su voluntad. María es la primera creyente de la Iglesia: La Madre de todos los creyentes, como la llaman los Padres de la Iglesia. Ella es modelo de nuestra fe, no sólo en la hora de la Anunciación, sino también en toda su vida. María nos enseña a nosotros a concebir a Cristo en nuestros corazones, nos estimula a dejarnos fecundar por la acción del Espíritu Santo para que demos hoy, en medio de nuestra vida de cada día, luz a Cristo y los hombres de nuestro tiempo a nuestro alrededor puedan descubrir y sentir la Salvación de Dios en Cristo Jesús.
Estamos ante el momento que nos recuerda San Pablo en la Carta a los Gálatas: “cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos el ser hijos por adopción”. (Gál 4,4-5)
Celebrar y contemplar a María en su “Sí”, abriendo su corazón al designio divino nos ha de llevar a imitarla para acoger, celebrar y comunicar al mundo la alegría del Evangelio y promover una cultura de la vida. Por ello en este Día, en esta Solemnidad somos invitados a Celebrar la Jornada por la Vida. La Virgen María nos da a Jesús para que con Él podamos recorrer el camino de la vida. Un camino que, como celebramos y afirmamos en estos días de Pascua, no finaliza en la tierra, sino que nos conduce hasta el mismo Dios. Cristo asumió nuestra carne para ofrecerse por nosotros y darnos el ser hijos de Dios.
Con el lema “Educar para acoger el don de la vida” los cristianos somos invitados este año a reconocer con gran asombro el don de la vida, así como a testimoniar desde nuestra fe en Jesucristo Resucitado la esperanza de la vida eterna que se nos ha comunicado por medio del don del Bautismo.
En el Mensaje de los Obispos para ayudarnos a vivir esta Jornada se nos dice: “El Magisterio de la Iglesia nos invita a recibir el don de la vida, a tomar conciencia de él. No podemos darlo por supuesto, sino más bien ponderar su significado y acogerlo responsablemente. Hemos de reflexionar sobre la vida como un don para entender de qué manera guiamos nuestra propia vida. En nuestra cultura nos encontramos con algunas visiones reductivas sobre el don de la vida…”
Amigos, en esta Solemnidad de la Anunciación, debemos dar gracias a Dios por el maravilloso regalo de su Hijo. Y la mejor manera de dar gracias a Dios es dejar que Cristo sea nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.
En este día demos nuestro Si a Dios, a su plan de Salvación para con nosotros y con la ayuda del Espíritu Santo y la intercesión de María seamos testigos del Resucitado transmitiendo con nuestras obras y palabras la Alegría y la Paz que de Él recibimos.
Adolfo Álvarez. Sacerdote