Es un escándalo que Dios se haya hecho hombre, más de dos mil años después todavía nos cuesta trabajo aceptarlo, es demasiado impresionante , como son las cosas de Dios , demasiado grandes e increíbles para entenderlas ; pero el Amor es lo que hace posible todas estas maravillas, porque el Amor de Dios hacia cada uno de nosotros es absolutamente escandaloso.
El pueblo judío desde tiempos inmemoriales selló la alianza con el Eterno , era pues su pueblo elegido, aquel al cual mimaba con ternura e instruía con infinito amor, el pueblo de Dios; los patriarcas, los profetas fueron enseñando al pueblo la voluntad de Dios y lo fueron preparando para la llegada del Mesías, así transcurrieron miles de años hasta que ocurrió, la Encarnación del Verbo fue un hecho ; a través de la Santísima Virgen María el Verbo eterno se hizo carne y habitó entre nosotros, porque así debía de ser, porque había llegado el momento , el principio de la Salvación.
Fue de esa manera que el Dios eterno uno y trino acampó entre nosotros tomando nuestra misma naturaleza, naciendo en el tiempo y en el espacio a un mundo con una luz completamente distinta de la luz del cielo, a un mundo hermoso y bello pero a la vez cruel e implacable.
El hecho de que Dios mismo tomase la naturaleza humana y se hiciese uno de nosotros , asumiendo la realidad más humilde y pobre del ser humano, blandiendo los estandartes de la pobreza, la misericordia, la humildad y la mansedumbre, es algo tan sumamente increíble que resulta escandaloso.
En el Evangelio de hoy San Juan (8,51-59) lo hace patente, ocurrió hace más de dos mil años pero si ocurriera hoy sería exactamente igual, los contemporáneos de Jesús no pueden asumir que Él sea Dios, es uno de ellos, ha nacido en Nazaret en una familia humilde, hijo de un carpintero, ¡¡ es imposible que sea el Mesías!!.
El Eterno hecho carne débil, pobre, humilde, ¡¡no puede ser !! Por eso en Jerusalén , en el templo, cuando Jesús afirma que es hijo de Dios, al que conoce , al que ha visto, que conoce a Abrahán y que no ha de morir para siempre, el pueblo le cree un endemoniado, hoy le veríamos como un loco, alguien que no está en sus cabales, que ha perdido la noción de lo real y lo fantástico, de tal manera que cuando Jesús llega a afirmar :
«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».
Es entonces cuando el Evangelio nos cuenta que los judíos cogieron piedras para tirárselas y Jesús se tuvo que esconder en el templo. Dios acampó entre nosotros y no nos lo creímos, no nos lo creemos, lo apedreamos, lo humillamos, lo asesinamos, aún así a pesar de todo , somos sus amores y a cada uno de nosotros nos ama infinitamente.