Con el Miércoles de Ceniza comienza un tiempo de Gracia.
Hoy, 14 de febrero, miércoles de ceniza, comienza la Cuaresma, “tiempo de Gracia y Salvación”. Comenzamos toda la Iglesia, a prepararnos con intensidad y profundidad, superando toda rutina, para volver a hacer nuestra la experiencia de la Pasión-Muerte-Resurrección del Señor Jesús.
Iniciamos con un gesto cargado de significado, la imposición de la ceniza, un “tiempo de Gracia” de 90 días, cuarenta de preparación para la Pascua, y después cincuenta días de celebración de la Resurrección del Señor y de la presencia salvadora de su Espíritu Santo. Tiempo central para el cristiano.
La Cuaresma nos invita a volvernos conscientes de lo que es la fe cristiana. El centro es Jesucristo, su Persona y su Mensaje, el Misterio de su Muerte y Resurrección.
La Cuaresma es un momento favorable, el tiempo favorable que nos dice San Pablo, para verificar, para mirar en nuestro interior a la luz del Evangelio y tomar los compromisos que sean precisos para renovar nuestra vida.
La ceniza que recibimos en este día en la frente es signo de reconciliación y de cambio. Hemos de recibirla intentando que no sea un signo meramente externo, sino una invitación a aumentar en nosotros la bondad y la justicia y el recuerdo de nuestra fragilidad sea al mismo tiempo recuerdo de la semilla de amor que Dios ha plantado en nosotros, una semilla que no es frágil ni caduca cuando da frutos.
La ceniza tiene varios simbolismos:
La condición frágil y caduca del hombre y la mujer.
La situación pecadora en que nos encontramos todos los hombres y mujeres.
La súplica confiada al Señor para que venga en nuestra ayuda.
La resurrección del hombre cuyo destino final es resucitar con Cristo.
Con estas palabras se nos está diciendo que el camino cuaresmal no es un camino triste ni ñoño, que es una llamada gozosa a conocer más y mejor a Jesucristo para vivir nuestra vida con El y como Él y ser así hombres y mujeres más auténticos. La recepción de la ceniza debe ir acompañada de propósitos sinceros, que manifiesten la voluntad explícita de vivir la Cuaresma como periodo de conversión. Se puede hacer ceniza, quemar todo aquello que nos repugna y nos excita. Se debe reducir a cenizas el egoísmo, el boato, el lujo tonto, la codicia, la mentira, la estupidez. Hay que destruir, hasta convertirlo en polvo, el materialismo que nos envuelve, la búsqueda del éxito por encima de todas las cosas y de cualquier persona.
La ceniza de este miércoles es compromiso de querer llegar limpios, a través de las prácticas cuaresmales, a la celebración de la Resurrección. Y para ello en el Evangelio de este día se nos ofrecen tres armas, tres medios: Y se nos llama a la conversión. Convertirse es renunciar con la ayuda del Espíritu Santo, pues solos no podemos, a todo lo que nos impide vivir como creyentes en Jesucristo. No nacemos cristianos, nos vamos haciendo cristianos y ello a través del encuentro con Jesucristo que nos muestra todo el amor inmenso que Dios nos tiene. Y al recibir la ceniza escuchamos unas hermosas y gozosas palabras: “Convertíos y creed en el Evangelio”.
La limosna. Es un signo de compartir. Ayudar al que lo necesita compartiendo con él de lo nuestro desde la generosidad. La limosna del hombre imita la misericordia de Dios.
El ayuno, que significa poner un poco de orden en nuestro interior. Ayunar de aquello que engorda nuestro orgullo, de aquello que nos ata, que nos impide amar auténticamente. Ayunar para ser más libres de todo aquello que empequeñece nuestra vida.
La oración. Diálogo con Dios, trato de amistad con el Señor, que nos sale al encuentro con su Palabra, los Sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía. Escucha más frecuente de la Palabra de Dios que nos libera y salva. La Cuaresma es un tiempo para orar más para que sea el Señor quien mueva nuestra vida.¡Ánimo! ¡Adelante! Iniciemos y vivamos con entusiasmo y profundidad este camino cuaresmal que nos llevará a la Montaña Santa de la Pascua.
El gesto de la ceniza nos ha de ayudar a llegar con un corazón renovado, sanado, por el perdón del Señor a la Noche Santa de Pascua, momento culminante de todo el camino Cuaresmal y que renovemos con sinceridad las Promesas de nuestro Bautismo diciéndole con alegría y verdad, Señor cuenta conmigo pues yo te digo de todo corazón: creo en ti, SI, Señor, quiero contar contigo.
Adolfo Álvarez. Sacerdote