En la primera lectura de hoy del libro del Éxodo, la Biblia nos cuenta el relato precioso de Moisés, la Morada y la Nube, según el cual Moisés haciendo exactamente lo que Dios le ordenaba procedió a levantar la Morada; la Biblia nos dice que colocó sus bases, sus bastidores, dispuso sus travesaños y levantó sus columnas, luego extendió la carpa por encima de la Morada y sobre ella colocó la cobertura como Dios le había indicado. Tras esto Moisés tomó las tablas del Testimonio y las puso en el Arca, colocó la tapa y entonces condujo el Arca hasta el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía y así cubrió el Arca del Testimonio, conforme Dios le había pedido.
Entonces la Nube cubrió la Carpa del Encuentro y la Gloria del Señor llenó la Morada. Moisés no podía entrar en la Carpa del Encuentro porque la Nube se había instalado sobre ella y la Gloria del Señor llenó la Morada. En todas las etapas del camino cuando la Nube se levantaba alejándose de la Morada, los israelitas levantaban el campamento, pero si la Nube no se alzaba ellos no se movían .
Observamos como el pueblo Israelita es dirigido por la mano de Dios que habitaba en la Morada y que les condicionaba su camino, vemos como en el centro de la Morada, Dios quiso colocar las Tablas del Testimonio, las Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés, siendo el corazón de la Morada , la Ley.
Pasaron los años y el pueblo judío continuó con el mismo sistema , situando la Morada en el Templo de Jerusalén donde Dios mismo habitaba dentro en un habitáculo , el Santa Santorum , en el cual el sacerdote entraba encadenado por si no podía salir por sus propios medios, tal era la Gloria y el Poder de Dios. Cuando el Mesías vino al mundo encontró un hermoso y gran Templo de piedra en Jerusalén, pero ese Templo fue destruído porque Dios se hizo hombre y el pueblo elegido no lo reconoció.
Dios quiere acompañar a su pueblo, lo hizo en la Antigüedad, lo hace hoy, hoy tenemos a Cristo con nosotros en cada Sagrario, en cada Eucaristía , la Gloria de Dios viene a entrar en nosotros, ya no se queda en la tienda para que la veamos, se adentra en nuestro interior para llegar hasta nuestra Alma y llenarnos de Dios.
Cristo viene a morar en nosotros , en nuestro corazón y Él trae en Su Corazón su Santa Ley, las Tablas del Testimonio, el mandamiento del Amor, de manera que yo no puedo aceptar a Cristo y rechazar su Ley, porque rechazar su Ley es rechazarlo a Él .