Eliminar el comercio de las armas
“Por los responsables de las naciones, para que se comprometan con decisión a poner fin al comercio de las armas, que causa tantas víctimas inocentes”.
“Aunque el campo de investigación de este documento sea limitado (trata sólo de las así llamadas armas convencionales o clásicas), creemos que de todas formas pone el dedo en una de las heridas más graves de la humanidad, que es al mismo tiempo la más abierta y la más oculta de nuestra época. El comercio de armas ha existido en todos los tiempos y en todos los continentes; y a causa de su evolución constante, se manifiesta hoy día tan amplio y tan complejo, que requiere de una clara y exigente reflexión.
Frecuentemente, a nivel ecuménico, las Iglesias particulares ya han realizado estudios apropiados para sus países, pero se quedan sin futuro a causa de la resistencia encontrada. Estas páginas quieren señalar que el problema — por su carácter internacional — afecta a todos los países en su conjunto, y no podrá encontrarse una verdadera solución sin una acción común, en donde las responsabilidades de los Estados proveedores y las de los Estados acreedores se entrelacen mutuamente.
Nuestra tierra jamás había conocido tantos conflictos armados, alimentados por la proliferación y adquisición banal de armas, cuyo tráfico comercial y cínico evade cualquier consideración moral. Auguramos que este documento suscite una nueva movilización de las energías creadoras de paz, sobre todo entre los hombres con responsabilidades políticas. Diseminar las armas a los cuatro vientos, es exponerse a cosechar la guerra en su propia tierra; y ¿qué Estado osaría correr un tal riesgo? El verdadero sendero de la paz en el mundo es aquel en donde la comunidad internacional avance decididamente, estructurando la organización de su seguridad común y la búsqueda de un desarme controlado.
El Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, que entró en vigor en 1992, fijaba topes máximos para cinco categorías de armas, y exigía la destrucción o, en un limitado número de casos, la conversión a usos civiles, de las armas existentes en cantidades superiores a dichos topes. Sin embargo, el mecanismo de reducción de dichas armas acaba apenas de ponerse en marcha, y transcurrirán años antes de que el material militar al que se refiere el Tratado sea destruido.
No obstante estas numerosas incertidumbres y complejidades, se ofrecen actualmente nuevas oportunidades para enfrentar directamente el problema de la transferencia de armas. Entre otras cosas, se está manifestando en distintas partes del mundo una alentadora tendencia al establecimiento o a la consolidación de regímenes democráticos, lo cual crea una buena base para fortalecer las relaciones pacíficas en el interior de los Estados y fomentar la confianza recíproca. También parece afianzarse un espíritu de colaboración entre Estados mediante la creación o el fortalecimiento de agrupaciones de Estados a nivel regional. Igualmente, y a pesar de todas las dificultades que ello pueda entrañar, los gobiernos están más dispuestos a dirigirse a las grandes organizaciones internacionales para hacer frente, conjuntamente, a los problemas internacionales en que se debaten.
La guerra no es la solución de los problemas políticos, económicos o sociales. « Nada se resuelve con la guerra es más, todo queda seriamente comprometido por la guerra». La guerra representa, en efecto, la decadencia de la humanidad entera.”
(Pontificio Consejo “Justicia y paz”. El comercio internacional de armas. Una reflexión ética).