La Eucaristía es el regalo más hermoso que soñemos recibir y sin embargo ¿Qué ha pasado hoy en día con el valor que debemos dar a la Eucaristía?, hay un dicho muy antiguo que dice : “ El ser humano no valora lo que no le cuesta” y es una gran verdad; el hombre tiende a despreciar aquello por lo que no paga un precio del tipo que sea, dinero, esfuerzo , tiempo y dependiendo del precio que pague, estima más o menos aquello que ha conseguido.
Una persona que en el siglo IV desease hacerse cristiana pasaba un primer examen sobre su estado de vida, condiciones familiares y profesionales, de tal manera que algunas situaciones podían incluso impedir que esa persona pudiese ser catecúmena, para poder serlo debía de cambiar su situación personal o familiar.
Cuando el catecúmeno era admitido en Oriente y en África en el siglo IV, se realizaba el signo de la Cruz sobre la frente , también en África se añadía el sacramento de la sal que simbolizaba el gusto por la fe y la palabra de Dios. El catecúmeno podía asistir a la liturgia de la palabra en la celebración eucarística, pero no podía recibir a Jesús ni asistir a la Eucaristía, para poder hacer esto era imprescindible bautizarse.
Si quería bautizarse había de hacerlo en la Vigilia Pascual , en una gran celebración comunitaria y debía anotarse antes de la Cuaresma, entonces recibía el nombre de fotizomenós (“el que va a ser iluminado”) ; en Roma se les llamaba elegidos. La preparación inmediata para el bautismo duraba 40 días, es decir, el tiempo de Cuaresma; el catecúmeno era acompañado por su padrino y por toda la comunidad en su camino hacia el Bautismo, hacia la Pascua, hacia la Eucaristía.
La peregrina gallega, Egeria, nos relata en este mismo siglo IV, cómo era la celebración de la Pascua, en la cual se bautizaba a los catecúmenos, los cuales eran preparados en tres aspectos : doctrinal, moral y ritual. Las enseñanzas debían ir acompañadas por un cambio de vida.
Antes de ser bautizados, los candidatos señalaban el fin de su instrucción pre-bautismal con el rito de la redditio symboli, el Credo , la fórmula de fé, San Agustín incluye en sus Confesiones un relato de cómo se hacía esto en Roma en torno al 355 d.C., . «En Roma, aquellos que están a punto de entrar en tu gracia hacen, de ordinario, su profesión con una fórmula establecida que aprenden de memoria y recitan desde una plataforma elevada, a la vista de los fieles». S. Agustín nos informa de que la recitación del símbolo se celebraba el sábado santo, y la recitación del Padrenuestro durante la liturgia pascual.
San Justino en el año 165 de nuestra era decía : “A nadie le es lícito participar en la Eucaristía, si no cree que son verdad las cosas que enseñamos y no se ha purificado en aquel baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y no vive como Cristo nos enseñó……..”.
Se nos ha dado todo demasiado fácil, no valoramos los tesoros que tenemos, hemos de reflexionar y volver a plantearnos la profundidad y el sentido de nuestra fe.