La Cuaresma es un Camino de conversión que nos prepara la Celebración cumbre que es: La Pascua. Por eso podemos hablar de un Tiempo de Gracia que dura 90 días. 40 de preparación (Cuaresma) para una fiesta que dura 50 días (Pascua). Es una oportunidad que a través de la Iglesia se nos ofrece para que avancemos en perfección y nos configuremos más plenamente a Jesucristo muerto y resucitado.
La Cuaresma es un camino de 40 días, comienza con el Miércoles de ceniza, ayer lo comenzamos y termina el día de Jueves Santo. Es un camino para la vida nueva que brota de la Muerte y Resurrección de Jesús, un camino de conversión mediante la escucha más atenta de la Palabra de Dios, una oración más intensa y un fomento de la caridad para con los demás, superando nuestro egoísmo.
La Cuaresma no tiene sentido en ella misma, es preparación para la Pascua. El camino de la Cuaresma tiene su momento culminante en La Vigilia Pascual , la celebración más importante del año. A este respecto podemos recordar unas palabras de Benedicto XVI: “El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos <del agua y del Espíritu Santo>, y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la Gracia para ser sus discípulos”
La Cuaresma dura 40 días que responden a un misterio particular del Señor: el de su retiro en el desierto (Mateo 4, 1 ss).
-Diluvio (40 días con sus noches).
-Marcha hacia la Tierra Prometida (40 años).
-Exploración de la Tierra Prometida (40 días).
-Preparación de Moisés en el Sinaí (40 días).
-Marcha de Elías por el desierto (40 días).
-Penitencia de los ninivitas (40 días).
Estas cuarentenas bíblicas, que poseen una estrecha relación con la de Cristo y con la Cuaresma de la Iglesia pueden ser reducidas a tres:
- La cuarentena del diluvio.
- La cuarentena de Moisés, Elías y los ninivitas.
- La cuarentena del Éxodo.
Esta simbología es recogida en la Iglesia consciente de que, los que se preparan al Bautismo y los penitentes que se han de reconciliar con motivo de la Pascua, tienen en la Cuaresma un tiempo propicio para la conversión y la gracia, un camino espiritual que recorren iluminados por la proximidad de la Pascua.
En este camino, este itinerario somos invitados a :
A adentrarnos en el conocimiento del Señor y a profundizar en nuestra fe en Jesucristo, así se lo pedimos a Dios Padre en el primer domingo de Cuaresma: “Concédenos Dios todopoderoso avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud”.
A la conversión, “Convertíos y creed el Evangelio”, se nos dice el miércoles de ceniza. A volver al Señor, a que Él sea el centro de nuestro vivir. Y ello mediante una escucha más atenta de la Palabra de Dios Esta Palabra con su fuerza nos ayuda a conocer más al Señor , a dejarnos que El sea la luz que ilumine nuestros corazones, la fuerza salvadora que nos hace resurgir a una vida nueva. El Papa Francisco en el Mensaje de este año para la Cuaresma nos dice: “El cristiano está llamado a volver a Dios <<de todo corazón>> (Jl 2,2), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar”.
A renovar nuestros compromisos bautismales. Sentir de nuevo la gracia de nuestro Bautismo y vivir la vida nueva que un día, por el Espíritu Santo, fue derramada en nuestros corazones. Reavivar nuestra condición de hijos de Dios.