Viajamos a las montañas de Judea, la tradición nos dice que el lugar se llama Ain Karem, allí existen dos templos católicos muy importantes , la Iglesia de la Visitación, un santuario católico ubicado en una ladera rocosa y rodeada de cipreses ;la Iglesia honra la visita que realizó María, la madre de Jesús, a Isabel, madre de Juan el Bautista (Lucas 1:39-56). En el siglo V fue edificada también en Ain Karem la Iglesia de San Juan Bautista, con un profundo y marcado eco español.
Jesús nos enseñó a orar recitando el Padre Nuestro, la Oración Perfecta , la Oración Universal, un regalo maravilloso. De la misma manera María, Su Madre, nos dejó el Magníficat, un cántico precioso de adoración a Dios, el canto evangélico que reza la Iglesia en la oración de las Vísperas y que además hoy leemos en el Evangelio.
Otra tradición nos sitúa este acontecimiento en Hebrón, en cualquier caso el Evangelio de San Lucas 1, 46-55, nos relata las palabras que la Santísima Virgen María dijo a su prima Isabel , esposa de Zacarías ( sacerdote del templo ) , en el momento en que ambas se encuentran cuando María viaja desde Nazaret a visitar a su prima , Isabel porta en su seno a Juan el Bautista y la Santísima Virgen a Jesús.
Fue ese un momento en el que el Espíritu Santo inspiró con fuerza a ambas mujeres, la madre del precursor y la Madre del Redentor y María se eleva con este cántico-poema de Adoración a Dios.
En una primera parte canta la Alabanza a Dios por elegirla a Ella:
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava, desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí, su Nombre es Santo, y su Misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
En la segunda parte reconoce la Providencia de Dios en el mundo y nos recuerda las bienaventuranzas :
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Y en la tercera y última alaba y agradece el cumplimiento de las promesas que Dios hizo a los patriarcas:
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia , como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Es una oración verdaderamente preciosa para cantarla especialmente estos días desde el corazón .