Ayer fue el tercer Domingo de Adviento, más conocido como Domingo Gaudete, esta palabra del latín clásico significa ¡¡Regocijaos!! ¡¡Estad alegres!! , por tanto ayer fue el domingo de la Alegría, eso leíamos mientras el monaguillo encendía el tercer cirio de la Corona de Adviento y algo especial que no solemos ver ocurrió en la Eucaristía, el sacerdote salió vestido de color rosa, un color que solo se utiliza litúrgicamente dos veces al año, el tercer Domingo de Adviento y el cuarto domingo de Cuaresma porque en medio de la “espera”, se recuerda que ya está próxima la alegría de la Navidad o de la Pascua respectivamente.
Es curioso cómo en la liturgia todo cobra sentido y todo tiene un significado preciso, incluso los colores con los que visten los sacerdotes; si no prestas atención parecen ser signos casuales, pero a medida que vas descubriendo la profundidad de nuestra fe te vas dando cuenta de que todo tiene un por qué y un significado.
Pues bien, con este tercer domingo Gaudete de la Alegría comenzamos la tercera semana de adviento, ¡qué cerca tenemos ya la Navidad! La esperamos con alegría , Dios va a nacer de nuevo entre nosotros ¡cuánto le necesitamos! .
En un mundo cargado de odio, de egoísmos, de ingratitud, el ser humano necesita la Buena Nueva en su vida más que nunca, Dios viene de nuevo a nosotros, viene a llenarnos de Amor, a colmarnos de Ternura, de Agradecimiento, a cargarnos de Alegría, de Misericordia , a encender de nuevo con fuerza la llama que todos llevamos dentro y poco a poco se nos apaga si no está presente su Luz.
De las «estaciones» que se mantienen en Roma para representar los cuatro domingos de Adviento, la correspondiente a la basílica Vaticana se le asigna al Gaudete, ya que es el más importante de los cuatro domingos .
La Iglesia nos invita a los fieles a adorar al “Señor que va a venir” , la alegría de la espera es lo que este domingo y esta semana especialmente vamos a recordar, hemos de estar preparados para recibir al Señor , para celebrar con inmensa alegría su llegada; Dios siempre es fiel en su promesa de Salvación y de nuevo nos envía al Redentor para darnos una nueva oportunidad de que nazca en nuestros corazones, tan necesitados de El.
Es por eso que la Alegría debe inundar nuestra alma hasta tal punto que brote al exterior y todos vean a través de nosotros que la Esperanza existe y que está a punto de nacer de nuevo en cada uno de nosotros.