El padre Jorge Loring contaba esta historia: “ Un antiguo griego narra que una noche oscura un ciego iba con una lámpara encendida por una calle sin luz. Se encuentra con un amigo que le dice:
-¿Para qué llevas esa lámpara encendida si eres ciego?
-No llevo la lámpara para ver yo. La llevo para que los demás vean y no tropiecen conmigo.
Y es que como decía el padre jesuita, ayudando a los demás nos ayudamos a nosotros mismos. ¿Somos conscientes de esto?, vivimos en un mundo en el que todos deseamos vivir más y mejor pero con la mirada puesta en nosotros mismos. El foco que ilumina nuestra vida es como el de una obra de teatro cuando ilumina únicamente al actor principal, solo enfocado hacia nuestra figura, sin embargo el egoísmo no nos hace crecer como personas, ni como cristianos, ni siquiera nos hace sentirnos mejor.
Imaginemos por un momento a la Santísima Trinidad en el Paraíso, Padre , Hijo y Espíritu Santo miran hacia nosotros, los seres humanos, de toda raza y condición, diseminados por toda la tierra, tan amados por Ellos y sin embargo tan perdidos en el mundo, no hay más que mirar fijamente las caras de las personas cuando uno se las cruza por la calle para ver lo perdidos que estamos.
Entonces por Amor , La Santísima Trinidad decide que el Verbo se haga hombre, se despoje voluntariamente de su condición divina para encarnarse en un ser humano e introducirse en el espacio-tiempo, venir a nuestro mundo , nacer , padecer y morir, abajarse hasta la condición más humilde, vivir una vida de Caridad y Amor, una Vida Ejemplar y entregar hasta la última gota de su Sangre en la Cruz para comprar nuestra Esperanza y nuestra Salvación y finalmente Resucitar al tercer día para demostrarnos que la muerte no es el final , que solo es el principio de la eternidad y que podemos con absoluta certeza ser felices junto a El.
Dios es así de sorprendente, el foco que ilumina lo tiene enfocando a cada de uno de los seres humanos tan amados por Él y nos pide cariñosamente que seamos hermanos unos de otros, que nos preocupemos por los demás como El se preocupó de nosotros, que confiemos en El, nos pide comprensión hacia los defectos del prójimo porque aunque no lo creamos nosotros también los tenemos, nos pide alegría y optimismo para hacer del mundo un lugar mejor, no porque estemos ciegos y no veamos la realidad, sino porque es preciso ver lo bueno y elogiar lo bueno frente al mal, porque el bien nos da esperanza, la esperanza es la alegría del mundo y nos hace felices.
En este tiempo de adviento que comienza , llevemos todos nuestras lámparas encendidas para que los demás vean y para que todos juntos podamos ser capaces de entender la magnitud de los hechos que nuevamente van a ocurrir esta Navidad.