Ayer celebrábamos la solemnidad de Santiago Apóstol y hoy vamos a profundizar un poco en el Camino de Santiago que en 2004 recibe de la Fundación Príncipe de Asturias el Premio de la Concordia, como lugar de peregrinación y de encuentro entre personas y pueblos y que a través de los siglos se ha convertido en un símbolo de fraternidad.
Y es que el Camino de Santiago es una de esas realidades maravillosas que marcan un hito a lo largo de la historia, en torno a él crecen tradiciones, leyendas, suceden milagros , se producen multitud de conversiones, en definitiva El Camino de Santiago ha significado en la historia europea el primer elemento vertebrador del viejo continente.
El hallazgo del sepulcro del primer Apóstol mártir, supuso descubrir un punto de encuentro indiscutible para los cristianos, pensemos que Tierra Santa quedaba muy lejos, en Santiago los peregrinos europeos encontraban una referencia más cercana y más accesible; aproximadamente desde el año 821 con el hallazgo de las presuntas reliquias de Santiago Apóstol , Compostela se convierte en centro de peregrinaje, las gentes comienzan a llegar al lugar del venerable sepulcro del Apóstol, el denominado Campus Stellae, del que deriva el vocablo Compostela.
Santiago murió entre los años 41 y 44, decapitado por orden de Herodes Agripa I, cuando el rey de los judíos, en un intento postrero e inútil de conseguir la confianza de Roma, intensificó la persecución de las primeras comunidades cristianas.
Según la tradición, a la muerte de Jesús los apóstoles se repartieron los lugares en que debían predicar, correspondiéndole a Santiago España y las regiones occidentales.
Las tradición nos habla acerca de la presencia del Apóstol Mártir en la península hispánica; nos dice que recorrió Asturias, Galicia, Castilla y Aragón predicando la palabra de Dios con escaso éxito. Relata además que durante esta misión se le apareció la Virgen junto al Ebro, sobre una columna, y allí se le ordenó construir una Iglesia.
Otra tradición sostiene que tras el martirio, su cuerpo fue llevado en barco por sus discípulos desde Jerusalén hasta Iria Flavia, en el Finisterre; la historia dice que una vez decapitado, su cuerpo fue arrojado fuera de la ciudad como pasto de perros y fieras, pero sus discípulos al caer la noche, lo recogieron y lo llevaron al puerto de Jope, donde providencialmente apareció una embarcación aparejada y sin tripulación. Al séptimo día de navegación arribaron a la desembocadura del río Ulla, en Galicia. Al depositar el cuerpo del maestro en una gruesa roca, ésta cedió como si fuera de cera hasta convertirse en el sarcófago del santo.
Lo cierto es que el Camino es único, a lo largo de las distintas rutas que llevan a Santiago de Compostela han transitado durante toda su historia personas de toda índole y condición: peregrinos de buena fe, por condena judicial o canónica, juglares, vagabundos, aventureros, prófugos, bandidos…, hoy en día en la actualidad siguen transitando el Camino personas de todo el mundo y toda condición ; aquí en Arriondas respiramos cada día la presencia de los peregrinos, se paran a veces en nuestra Iglesia, nos cuentan sus historias, siempre extraordinarias, nos relatan un antes y un después de su peregrinaje, un encuentro consigo mismos y un aumento de la Fe ; cada historia es única e irrepetible porque Dios con cada de uno de nosotros actúa de una manera única y personal.