Hoy es la fiesta de San Juan Bautista, en multitud de lugares se festeja tradicionalmente con el encendido de hogueras , representamos de esta manera el paso a la época estival al igual que San Juan representa el encuentro con Jesús; es el único Santo del que celebramos el nacimiento pues de todos solemos rememorar la fecha de su muerte o su martirio, sin embargo, San Juan Bautista es un Santo diferente, fue el precursor, «la voz que clama en el desierto «.
San Juan fue un hombre marcado por el Espíritu Santo toda la vida, vivió siempre con la mirada puesta en el Reino de los Cielos, anunciando la venida del Salvador, las Escrituras nos cuentan que vivía como un ermitaño sin preocuparse ni por la comida ni por el vestido, pero nos narran también que era un gran profeta .
San Juan predicaba un bautismo de conversión y penitencia, preparando así el camino para la venida del Hijo de Dios, «Yo os bautizo con agua pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. Él es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo». Para los discípulos de Jesús y las primeras comunidades, el bautismo de Juan tuvo una enorme importancia toda vez que el mismo Jesús se hizo bautizar por él en el Jordán y ese gesto es el que ha configurado el Bautismo en el Espíritu que hoy recibimos todos al entrar a formar parte de la Iglesia .
El Bautismo de Jesús adorna el primero de los Misterios Luminosos del Santo Rosario, San Mateo nos lo cuenta en los Evangelios y nos explica que “Entonces Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan quería impedirlo diciendo “Soy yo el que necesito ser bautizado por ti ¿y tú vienes a mí?” Jesús le respondió “Déjame ahora, pues conviene que se cumpla así toda justicia” Entonces Juan accedió a ello. Una vez bautizado Jesús salió del agua y en esto los Cielos se abrieron y vio al Espíritu de Dios descender en forma de paloma y posarse sobre El y se oyó una voz del Cielo , «Este es mi Hijo amado , mi predilecto «.
Ésta es una de las escenas más maravillosas de la vida de Jesús, el Bautismo en el Jordán, en la que se hace presente la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; vemos aquí la grandeza de San Juan Bautista, que al ser protagonista y presenciar esa escena única en la que se revela toda la Gloria de Dios en la presencia de Cristo dice las palabras maravillosas que nosotros recitamos cada domingo en Misa “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
La historia de San Juan es especial , porque al igual que la historia de Jesús comienza con el anuncio del Arcángel Gabriel esta vez a su padre Zacarías , en el evangelio de San Lucas expresa: “Y en cuanto oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó de gozo en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo”, así que conocemos a San Juan Bautista ya desde el seno de su madre, saltando de alegría al reconocer al Hijo de Dios en María, quedando llenos ambos del Espíritu Santo como nos cuenta el Evangelista, vemos por tanto que San Juan Bautista y Jesús se conocieron a través de los vientres de sus respectivas madres.
Su vida fue espectacular, de una rectitud moral tal que le llevó al calabozo y al martirio por decir a los poderosos la verdad, sinceridad que no querían escuchar, porque si algo caracteriza a Juan es la humildad, la valentía, la integridad física y moral y el ejemplo de vida que acompaña a su predicación, vida que le quitaron mediante la decapitación por el capricho de una mujer poderosa que no quería reconocer su pecado de adulterio.
San Juan es un ejemplo para todos porque a pesar del paso de los siglos, en el mundo de hoy siguen conviviendo al igual que en el pasado el bien y el mal y aún llenos debilidades y pecados hemos de saber distinguirlos, ser humildes e intentar seguir siempre siguiendo el ejemplo de los Santos, el camino del bien.