VIVIR LA CUARESMA: UN CAMINO HACIA LA PASCUA
CON EL MIERCOLES DE CENIZA COMIENZA UN TIEMPO DE GRACIA
Comenzamos hoy, 14 de febrero, miércoles de ceniza, el Camino de la Cuaresma “tiempo de Gracia y Salvación” hacia la cumbre de la Pascua. Comenzamos, toda la Iglesia, a prepararnos con intensidad y profundidad, superando toda rutina, para volver a hacer nuestra la experiencia de la Pasión-Muerte-Resurrección del Señor Jesús.
Iniciamos con un gesto cargado de significado, la imposición de la ceniza, un “tiempo de Gracia” de 90 días, cuarenta de preparación para la Pascua, y después cincuenta días de celebración de la Resurrección del Señor y de la presencia salvadora de su Espíritu Santo. Tiempo central para el cristiano.
La Cuaresma nos invita a volvernos conscientes de lo que es la fe cristiana. El centro es Jesucristo, su Persona y su Mensaje, el Misterio de su Muerte y Resurrección. La razón de la Cuaresma radica en ayudarnos a vivir el acontecimiento central de nuestra fe: la Resurrección del Señor.
La Cuaresma es, sobre todo, un itinerario catecumenal. Sólo desde la clave de la Celebración de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, ya sean recibidos ahora (los catecúmenos) o renovados (los fieles ya iniciados cristianamente) se comprende todo este tiempo litúrgico realmente fuerte. En la Cuaresma hemos de recuperar cada uno de nosotros la conciencia bautismal, nuestra condición de bautizados y de pertenencia a la Iglesia, como Comunidad de creyentes.
Hemos de tener muy presente todo este sentido bautismal y que el Camino Cuaresmal nos lleva a la Pascua y por ello recordar el número 109 de Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II: <<El tiempo Cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la Palabra de Dios y a la oración, para que celebren el Misterio Pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del Bautismo y mediante la penitencia; dese particular relieve en la Liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo>>
La Cuaresma es un momento favorable, el tiempo favorable que nos dice San Pablo, para verificar, para mirar en nuestro interior a la luz del Evangelio y confrontar nuestra vida con Jesucristo.
La Cuaresma hemos de comenzarla con un deseo de conversión para nuestra vida. A la conversión se nos llama, como escuchamos hoy en las palabras insistentes del Profeta Joel: <<Convertíos al Señor vuestro Dios, un Dios compasivo y misericordioso>> Necesitamos volver a Dios, a través la conversión caemos en la cuenta de que nuestra vida sin Él se desvanece, que solo Él nos da lo que nuestro corazón verdaderamente desea. Redescubrimos, de nuevo que Dios, desde siempre, tiene su mirada amorosa puesta en nosotros, nunca deja de amarnos. El camino cuaresmal nos conduce a descubrir y experimentar que Dios es amor. La conversión es siempre un don, no es tanto fruto de nuestros propósitos como de lo que el Espíritu debe hacer en nosotros. Por eso dejar a Dios actuar en nuestra vida, poner de nuestra parte abriéndole el corazón.
Somos llamados a dejarnos interpelar por la Palabra de Dios, meditándola y saboreándola en la oración, para corregir y purificar lo que descubrimos que no concuerda con nuestra dignidad de hijos de Dios.
La ceniza que recibimos en este día en la frente es signo de reconciliación y de cambio. Hemos de recibirla intentando que no sea un signo meramente externo, sino una invitación a aumentar en nosotros la bondad y la justicia y el recuerdo de nuestra fragilidad sea al mismo tiempo recuerdo de la semilla de amor que Dios ha plantado en nosotros, una semilla que no es frágil ni caduca cuando da frutos.
La ceniza tiene varios simbolismos:
1) La condición frágil y caduca del hombre y la mujer
2) La situación pecadora en que nos encontramos todos los hombres y mujeres
3) La súplica confiada al Señor para que venga en nuestra ayuda
4) La resurrección del hombre cuyo destino final es resucitar con Cristo
Con el gesto penitencial de la ceniza confesamos nuestra incapacidad para salir de nuestra fragilidad por nosotros mismos y también nuestra disposición a dejar que Dios obre en nosotros dándonos vida nueva. Somos polvo, somos cenizas, pero a través de nuestro encuentro y nuestra amistad con Jesucristo somos transformados en una criatura nueva.
Y al recibir la ceniza escuchamos unas hermosas y gozosas palabras: “Convertíos y creed en el Evangelio”
Con estas palabras se nos está diciendo que el camino cuaresmal no es un camino triste ni ñoño, que es una llamada gozosa a conocer más y mejor a Jesucristo para vivir nuestra vida con Él y como Él y ser así hombres y mujeres más auténticos. Convertirse al Señor es siempre una alegría.
Este es el reto de la Cuaresma para cada uno de nosotros: seguir a Jesucristo. El nos guía en este camino hacia la Pascua, (camino que nos conduce de pasar de la esclavitud del pecado a la libertad de hijos de Dios, camino paso de la muerte que produce en nosotros el distanciamiento de Dios a la vida nueva de la Resurrección), haciéndonos descubrir de qué nos tenemos que liberar para ser más nosotros mismos y dejarnos renovar por la gracia de Dios que nos regenera del pecado haciéndonos experimentar hasta lo más profundo de nuestro ser que “donde abundó el pecado, ha sobreabundado la gracia”.
Y en este reto de seguir a Jesucristo nos encontramos con tres escollos a los que tenemos que enfrentarnos cada uno de nosotros para vivir la Cuaresma y seguir a Cristo más auténticamente:
1) Necesito pedir a Dios conciencia de pecador.
En la Oración de Bendición de la ceniza decimos que somos polvo…y queremos emprender una nueva vida a imagen de tu Hijo. Somos invitados a reconocer nuestros propios pecados, que muchas veces vemos en los demás y en nosotros ignoramos, para poder experimentar el perdón y la misericordia de Dios y para pedir la gracia de la conversión
2) Necesito seguir un camino penitencial. Poner de nuestra parte para vivir un camino penitencial, un camino de renovación en nuestra vida, por eso vivir la penitencia realmente, renunciar a aquello que nos aleja de Dios y de los demás
3) Necesito pedir la gracia de la conversión. Desde la humildad y sencillez de corazón pedirle a Dios la gracia de mejorar, de cambiar, de convertirnos a Él, dejándole que nos modele con sus sentimientos y actitudes.
Hermanos y Amigos, La recepción de la ceniza debe ir acompañada de compromisos sinceros, que manifiesten la voluntad explícita de vivir la Cuaresma como camino de gracia donde avancemos en el conocimiento experiencial del Misterio de Cristo y cada día lo vivamos con más plenitud. Identificarnos cada día más con Cristo. La ceniza de este miércoles es compromiso de querer llegar limpios, a través de las prácticas cuaresmales, a la celebración de la Resurrección, de avanzar en el camino de la conversión.
Y para ello en el Evangelio de este día se nos ofrecen tres armas, tres medios:
– La oración. Diálogo con Dios, trato de amistad con el Señor, que nos sale al encuentro con su Palabra, los Sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía. Escucha más frecuente de la Palabra de Dios que nos libera y salva. La Cuaresma es un tiempo para orar más para que sea el Señor quien mueva nuestra vida.
– La limosna. Es un signo de compartir. Ayudar al que lo necesita compartiendo con él de lo nuestro desde la generosidad. La limosna del hombre imita la misericordia de Dios.
-El ayuno, que significa poner un poco de orden en nuestro interior. Ayunar de aquello que engorda nuestro orgullo, de aquello que nos ata, que nos impide amar auténticamente. Ayunar para ser más libres de todo aquello que empequeñece nuestra vida.
Hermanos y Amigos, en este miércoles comenzamos un camino, ¡pongámonos en camino! El Mensaje del Papa Francisco para este año nos recuerda, de nuevo, el sentido de este camino, hacia dónde caminamos, y nos dice: <<La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser ―como anuncia el profeta Oseas― el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17). Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida. Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones>>
El gesto de la ceniza, que hoy recibimos, nos ha de ayudar a caminar y a detenernos, así nos dice Papa: <<Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido>>. y a llegar con un corazón renovado, sanado, por el perdón del Señor a la Noche Santa de Pascua, momento culminante de todo el camino Cuaresmal y que renovemos con sinceridad las Promesas de nuestro Bautismo diciéndole con alegría y verdad, Señor cuenta conmigo pues yo te digo de todo corazón: creo en Tí. Sí, Señor, quiero contar contigo.
¡Ánimo! ¡Adelante! Iniciemos y vivamos conentusiasmo y profundidad este Camino Cuaresmal animados y ayudados por el ejemplo y la intercesión de María, nuestra Madre y de los Santos.
Adolfo Álvarez. Sacerdote