SOLEMNIDAD DE LA EPIFANIA:
JESUS LUZ Y SALVACION PARA TODOS LOS HOMBRES
La Solemnidad de la Epifanía es la Manifestación de Cristo como Salvador de todos los hombres. Una Solemnidad donde se expresa que Aquel que ha nacido, el hijo de María, es el Hijo de Dios vivo, el Mesías prometido, la Luz y la Salvación para todos los pueblos. Si la Solemnidad del Nacimiento de Cristo, el día de Navidad, subraya la humanidad de Cristo, La Solemnidad de Epifanía, la que celebramos hoy, muestra más su dimensión divina. Ambas Solemnidades celebran la misma realidad profunda: la manifestación del Señor en la carne. Ambas Solemnidades son una Gran Fiesta de Luz y Alegría
Jesús viene para revelar a Dios a todos los pueblos y ser Luz de todas las naciones. En el corazón de la Epifanía está Jesús que se nos manifiesta y se nos revela a todos los hombres como alegría y gozo, como vida y paz, como gracia y perdón, en definitiva se nos manifiesta la Salvación universal. Por esto, en este día se hace de forma solemne el Anuncio de las grandes fiestas cristianas del Año Litúrgico, cuyo centro es la Gran Solemnidad de la Pascua y de esta manera se nos proclama que la gracia salvadora de los Misterios de Cristo nos llegará a cada uno de nosotros a través de la Liturgia de la Iglesia, actualización para nosotros de los Misterios de la Salvación.
Jesús mismo es la Estrella que en la oscuridad de la fe, en la noche del mundo, guía a todos los hombres en medio de sus incertidumbres, buscan con todo su corazón la Verdad. Podemos decir que no es la estrella la que determina el destino del Niño, sino que Él mismo es la buena estrella de la humanidad. Es el camino verdadero que nos conduce a la vida. Hemos de ver que en los Magos de Oriente están representados todos los hombres de buena voluntad que en las diversas culturas y épocas buscan a Dios. Los Magos de Oriente representan a una humanidad que, con humildad busca a Dios. Y Dios nunca abandona al que le busca. Todo el que busca a Dios lo encuentra. Desde el momento mismo de su Nacimiento Jesús aparece como Luz que brilla en las tinieblas.
En la descripción que nos hace San Mateo del peregrinar de los Magos se nos dan pistas preciosas y muy buenas para nuestra vida cristiana.
Los magos llegan a Jerusalén preguntando <<¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo>> Y Herodes no había visto ninguna Luz. La Luz de Jesús no se ve cuando uno está en medio de la soberbia, del poder a costa de lo que sea, el individualismo, la cerrazón. (esto es lo que representa Herodes y su entorno) y mientras los magos están en este entorno tampoco ven esta Luz. Esto para nosotros quiere decir: cuando estamos en las actitudes de Herodes (Soberbia, individualismo, preocupación del tener, del poder…) la luz de Dios no brilla sobre nosotros, no nos ilumina, se vuelve oscuridad nuestra vida.
Para ver a Jesús, para que la Luz brille en nuestro camino, hay que salir, cambiar de actitudes, de vida, “dejar a Herodes”, es por lo que los magos salieron de Jerusalén rumbo a Belén. y así apenas salieron nos dice el Evangelista <<la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño>>.
Celebrar la Solemnidad de la Epifanía significa ser conscientes de que Dios sí se manifiesta y de modo permanente nos regala la luz de su amor. Para ello hemos de hacer un camino en la fe.
San Mateo nos explica las etapas de la fe, cuyo momento central es un encuentro. El encuentro con un Dios que con entrañas de misericordia busca al hombre herido por el pecado; y de un hombre que en la oscuridad de las dudas y temores, descubre con asombro el misterio del amor divino. Podemos señalar en estas etapas.- Dios se da a conocer en el lugar donde el hombre vive. Dios se manifiesta al hombre en la realidad concreta, en los acontecimientos diarios, en la vida misma. Dios habla al hombre en su misma vida, en la realidad concreta, como dirá Santa Teresa de Jesús: “Dios anda entre los pucheros”. Hemos de ayudar a los hombres de nuestro tiempo a contemplar la vida con profundidad y descubrir a Dios a nuestro lado, que en Jesucristo es Luz que siempre nos ilumina – Solo puede percibir la voz de Dios, sólo puede descubrir “la estrella” el hombre que vive abierto a la verdad, que vive en búsqueda sincera. A los Magos les movía el amor para encontrarse con el Amor , les guiaba una luz para adorar a la “Luz verdadera que alumbra a todo hombre” (Jn 1,9)- El camino de búsqueda es largo, la fe es una aventura apasionante, una aventura cargada de esperanza. El camino hacia Dios es un camino largo, no exento de dificultades y hasta de momentos de oscuridad y duda (cuando llegan a Jerusalén los Magos, la estrella se ocultan, pasan un momento de oscuridad, de duda) El camino de la fe es una aventura. Esta aventura es apasionante para el hombre y es donde el hombre va descubriendo la respuesta a las tres grandes preguntas que se hace desde siempre ¿quién soy?, ¿hacia dónde voy? Y ¿cuál es el sentido de mi vida?. Cristo es la respuesta y en vivir la aventura de la confianza, del fiarse (eso es la fe confianza plena, fiarnos) en Cristo el hombre encuentra la felicidad total. – El encuentro con Dios rompe nuestros esquemas. Los Magos quedan sorprendidos al descubrir a Dios en la debilidad de un niño. También rompe nuestros esquemas, pero hemos de abrirle de par en par el corazón para que nos empapemos del amor inmenso de Dios que nos quiere mostrar. Ellos hicieron un viaje a corazón abierto para adorar a Dios y dejarse llenar de su salvación.
Nosotros al celebrar hoy esta Solemnidad somos invitados a este encuentro con Dios, a experimentar en nuestra vida esta Manifestación del Dios que nos salva y para ello, a gustar de la Luz que es Jesucristo, que nos ilumina todos los senderos de nuestra vida y siguiendo el ejemplo de los Magos se nos llama a tener tres actitudes para vivir con más intensidad y profundidad nuestra vida cristiana:
1.- Una actitud de Búsqueda – Los Magos entienden la estrella como una señal de ponerse en camino. Se ponen en búsqueda. Nosotros en nuestra vida cristiana hemos de ser buscadores de Dios, hemos de buscar crecer en la fe (algunos podemos ver que quedaron con el “traje de primera comunión) y encontrarnos más profundamente con Cristo.
2.- Una actitud de Adoración- La adoración es la acción que define la relación del hombre con Dios. Sólo hemos de adorar a Dios. En nuestra vida vamos creando ídolos a los que fácilmente adoramos y que quitan el protagonismo al Verdadero Dios que es el único que salva. Los ídolos nos esclavizan y dejan en nuestro corazón esclavitud, insatisfacción, tristeza, pues ocurre aquello que nos dice el Salmo “tienen ojos y no ven, tienen orejas, y no oyen; tienen manos, y no tocan…” (Salmo 113 B). Sólo Dios nos hace felices. En la medida en que nos entreguemos sólo a Dios y ante Él sólo nos postremos seremos más plenamente hombres, más libres y más felices.
3.- Una actitud de Misión. Los Magos vuelven a casa por otro camino. El encuentro con el Dios hecho hombre les hace hombres nuevos. Es que el encuentro con Cristo transforma la vida, hace de nosotros hombres nuevos, con una escala de valores nueva, Podemos preguntarnos cada uno de nosotros en este día ¿Cristo ha cambiado mi vida? Amigos, sí, el encuentro con Cristo hace que encarrilemos la vida de otra manera. El hombre que ha sido transformado por Cristo lo deja transparentar y lo anuncia. El Cristo es epifanía de Cristo.
Y en esta Solemnidad de la Epifanía (manifestación de Dios) hemos de sentir la urgencia de la misión evangelizadora. Hoy es una Jornada Misionera importante. Es la Jornada del Catequista nativo del Instituto de Misiones extranjeras. Este año esta Jornada lleva por lema:”La Misión, tarea de todos” A través de San Pablo hoy se nos dice: << se me dio a conocer la revelación del misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido manifestado ahora>> <<También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio>> (Efesios 3, 2-6)
Hermanos y Amigos, anunciar y hacer visible este plan de Dios será el centro de la predicación y misión de San Pablo, pero es también el centro de la misión de la Iglesia hoy y de cada uno de nosotros creyentes. Hemos de pedir con toda el alma al Espíritu Santo que su Fuerza despierte en todos nosotros y en toda la Iglesia el anhelo y la pasión de llevar la luz de Cristo a todos los hombres. Hemos de dejar que Él nos inunde con su Luz y nos llena de su sabiduría para poder anunciar a los hombres de nuestro tiempo, “con un nuevo ardor” la Gran Noticia del Evangelio de Cristo.
Hermanos y Amigos, La Iglesia está llamada a revestirse de luz para resplandecer como una ciudad situada en la cima de un monte: la Iglesia no puede permanecer oculta porque los hombres necesitan recoger su mensaje de luz y esperanza, y glorificar al Padre que está en los cielos. Conscientes de esta tarea apostólica, que compete a todo el pueblo cristiano, hemos de ponernos en camino como peregrinos a Belén, a fin de unirnos a los Magos de Oriente, mientras ofrecen dones al Rey recién nacido. Pero el verdadero don es Él: Jesús, el don de Dios al mundo. Debemos acogerlo a Él, para llevarlo a cuantos encontremos en nuestro camino.
El cristiano, cada uno de nosotros creyentes, tiene que ser, tenemos que ser, como ya hemos dicho antes, Epifanía de Cristo, manifestación de Cristo para los demás. Estamos llamados a ser Luz de Cristo en medio del mundo que nos toca vivir. ¡Seámoslo! ¿Nuestro mundo necesita de Dios! El Señor nos ha enviado a predicar el Evangelio a todas las gentes sin excluir a nadie: “haced discípulos míos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre… (Mt 25). Por ello recordar unas Palabras del Papa Francisco en Evangelii gaudium : “Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida”. (n.49)
Que esta Solemnidad nos dé pasión y entusiasmo por anunciar y testimoniar a Jesucristo. Que el compromiso que brote de nuestro corazón al celebrar esta Solemnidad de la Epifanía sea el itinerario que hicieron los Magos: buscar siempre a Cristo, descubrirle como Salvador, ofrecerle el regalo de nuestra vida y volver a ella renovados siendo estrellas para los demás.
Adolfo Álvarez. Sacerdote