CREO EN LA RESURRECION DE LOS MUERTOS Y EN LA VIDA ETERNA
Seguimos en la Escuela del Señor a través del Evangelista San Lucas y estamos llegando al final del Año Litúrgico y por ello en la Liturgia de este Domingo la palabra de Dios nos hace reflexionar sobre el final de los tiempos y la resurrección de los muertos y la vida eterna.
En el Evangelio de hoy Jesús nos hace una afirmación importante al afirmar que estamos llamados a la resurrección y a la vida eterna: «No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para Él todos están vivos» (Lc 20,38).
El tema que la Palabra de Dios trae hoy a nuestra consideración es de gran importancia: se trata de la resurrección de los muertos, que es clave para fe cristiana.No podemos perder de vida el centro de nuestra fe es la resurrección de Cristo. Cristo con su muerte y resurrección ha roto para nosotros la cadena de la muerte y estamos llamados a la vida. Por ello cada domingo confesamos en el Credo: “Creo en la resurrección de la carne…Creo en la vida eterna”.
En el Catecismo de la Iglesia Católica se nos dice y enseña que <<creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos un elemento esencial de la fe cristiana>>. La <<resurrección de la carne>> significa que, después de la muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que nuestros cuerpos mortales volverán a tener vida. Por ello al afirmar que creemos en la resurrección de los muertos, los cristianos confesamos que el hombre no es aniquilado por la muerte, pues entonces se trataría de una nueva creación de la nada. Tampoco se trata de una vuelta a la vida de este mundo, sino de una nueva calidad de vida. El fundamento de nuestra fe en la resurrección, vuelvo a repetir y que no podemos perder de vista, es el hecho real de la resurrección de Jesucristo.
La fe en la resurrección, la confianza plena en una vida más allá de la muerte, da fuerza y aplomo para afrontar toda la vida y muy especialmente las dificultades. Así se nos muestra en los hermanos Macabeos que hoy nos presenta la Palabra de Dios en la primera lectura de este domingo. Estos hermanos soportan todas las atrocidades de los que los martirizan apoyados en la fe en la resurrección. Ellos piensan y hemos de pensar nosotros, que una vida en la que se ha experimentado la felicidad del amor que se da a los demás, siguiendo la propuesta de Dios de amarle y amar al prójimo, no puede tener un final sin sentido, un final en la nada. De ahí que el cuarto hermano exprese maravillosamente: <<Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará>>.
Hermanos y Amigos, ¡la resurrección es el fundamento de nuestra fe y de la esperanza cristiana!. Sin Resurrección y vida eterna, nuestro ser cristiano se reduciría a una ética, a una pura filosofía de vida. En cambio, el mensaje de la fe cristiana viene del cielo, es revelado por Dios y va más allá de este mundo. Nos dice San Cirilo de Alejandría: “La esperanza de la resurrección es la raíz de toda obra buena, pues la expectativa de la recompensa da al alma fortaleza para obrar bien. Cualquier operario está dispuesto a soportar fatigas, si prevé la recompensa de su esfuerzo”.
Las palabras de Jesucristo en el Evangelio son palabras de vida eterna, ya resucitada. Jesús hoy nos revela la vida eterna. Son un regalo de Dios para afianzar nuestra fe y nuestra esperanza en la resurrección y en la vida eterna. Vida Eterna que alimentamos en nosotros por la Comunión Eucarística, pues en el Sacramento de la Eucaristía, <<prenda de inmortalidad>> Jesús viene a nosotros en cuerpo y alma para vivificarnos y transformarnos según su amor.
Hermanos y Amigos que se afiance nuestra fe y nuestra esperanza en la resurrección y en la vida eterna, que no se nos cuelen consideraciones que niegan la resurrección o que consideran la muerte como final de todo, o consideraciones que hablan de la disolución de la existencia en el cosmos o en la naturaleza.
Hemos de ser testigos de Jesucristo Resucitado, llamados a participar plenamente de la vida de Cristo Resucitado y desde ahí decimos con San Juan de la Cruz: “al atardecer de la vida seremos examinados en el amor”. Y desde Cristo Resucitado creemos en la resurrección de la carne y en la vida eterna.
Adolfo Álvarez. Sacerdote