HA RESUCITADO EL BUEN PASTOR,
SOMOS SU PUEBLO Y OVEJAS DE SU REBAÑO
Seguimos celebrando la Pascua, centro de nuestra fe. Seguimos celebrando los cincuenta días más grandes en la vida de la Iglesia. Y en este Domingo IV de Pascua festejamos el Domingo del Buen Pastor, denominación que toma del Evangelio de este Domingo.
El “Buen Pastor” (Jn 10) es una imagen literaria que emplea el propio Jesucristo para referirse a sí mismo; es una imagen muy conocida desde el cristianismo primitivo. Ya la encontramos en las Catacumbas. Pero también hoy en día todos conocemos estas imágenes del Buen Pastor en medio de su rebaño o con la oveja sobre sus hombros. Es una imagen recogida de la tradición bíblica, que quiere expresar la solicitud, la preocupación amorosa que tiene Dios por el hombre, por cada uno de nosotros; la misma preocupación que tiene el pastor por sus ovejas. Dios nos cuida a todos, de un modo especial a los más débiles – nos lleva sobre sus hombros -, nos conduce hacia buenos pastos, repara nuestras fuerzas, nos conoce, nos da vida eterna. Todos los cuidados de Dios Padre se concretan y se hacen realidad en el Hijo, Jesucristo, el Buen Pastor.
¿Qué nos dice a nosotros esta imagen de Jesucristo?
Por un lado, nos muestra la actitud del Buen Pastor frente a nosotros: Nos llama, nos busca, nos dirige, nos orienta, nos protege y defiende. En el fondo es la manifestación de que yo nunca estoy solo en mi camino de vida. Desde mi Bautismo, Bautismo que hemos renovado en la Noche Santa de Pascua y recordamos cada domingo del Tiempo Pascual con la aspersión del agua, cuando comenzó su amistad conmigo, Jesús siempre está a mi lado, nunca me abandona. Él es mi compañero, invisible pero fiel, en todas las situaciones de mí camino: En horas felices, Él aumenta mi alegría. En horas tristes, Él comparte la cruz conmigo.
Y, por otro lado, esta imagen del Buen Pastor nos muestra también la actitud de las ovejas, es decir, nuestra actitud frente a Él, la actitud que cada uno de nosotros tenemos con Él. Las ovejas lo conocen, lo escuchan, le siguen, le confían. Es la manifestación de que una vida de íntima unión con Cristo depende también de mí. Él está presente en mi vida, me ofrece su amistad y compañía. Pero yo tengo que aceptarlas, tengo que abrirle mi corazón, tengo que acercarme a Él.
El Evangelio de este Domingo del Buen Pastor, en este ciclo “C” nos dice lo que hace el Buen Pastor, en concreto:
-Que el Buen Pastor conoce a sus ovejas, “yo las conozco, y ellas me siguen” Nos conoce porque nos ama, nos ama inmensamente. Conocer a los demás es un medio – modo – para amar, pues cuanto más se conoce más se ama y, sobre todo, cuanto más se ama mucho mejor se conoce. Cristo nos ama inmensamente a cada uno por nuestro nombre y nos invita a una relación profunda con Él, a un encuentro con Él que transforma nuestra vida y nos lleva a dar testimonio de Él con fuerza y valentía, al mismo tiempo que con alegría y mostrando plena confianza en El, que ha vencido a la muerte con su Resurrección.
-También dice que les da la vida eterna, “y les doy la vida eterna”. No sólo una vida plena aquí en la tierra con todos los cuidados que hace el pastor por guiar y cuidar a sus ovejas, sino una vida eterna, para siempre.
Y desde aquí el Señor nos llama, nos invita a:
-A ser “ovejas” de su Rebaño, es decir a, escuchar su voz y a seguirle. Es escuchar con el corazón y llevarlo a la práctica lo escuchado. Seguir a Jesucristo es querer identificarse con él, asemejarse a él, tener sus sentimientos y actitudes.
-Y también una llamada a ser “pastores”; es decir, a mostrar la solicitud amorosa que Dios tiene a los hombres, que tiene para con cada uno de nosotros y por cada uno de nosotros, siendo portadores del anuncio del Evangelio a todos los hombres.
Por ello cabe que hoy nos preguntemos ¿Es Jesucristo mi Buen Pastor? ¿Siento que Él me conoce, me acompaña, está preocupado por mi? ¿Me siento miembro de su rebaño, hago mías las palabras del Salmo de este día: “Somos su pueblo y ovejas de su rebaño”?
Y en este día se celebra, celebramos, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de las Vocaciones Nativas. Cada uno de nosotros somos llamados a vivir nuestro ser bautizados en una vocación concreta: vocación sacerdotal, vida consagrada con sus variados carismas, vida misionera, vida matrimonial. Y esta vocación tiene como tarea ser portadores de la Buena Noticia de Jesucristo para nuestro mundo. Por ello en esta Jornada tomamos conciencia de esta llamada que hace el Buen Pastor a seguirle y rezamos para que la respuesta sea generosa, para que se sepa decir “SI” al Señor. Hoy se nos pide que elevemos nuestra plegaria al Padre de las luces para que ayude a todo hombre a descubrir su vocación y para que, una vez descubierta, sepa vivirla con entrega y generosidad. ¡Oremos con insistencia!.
Hermanos y Amigos, la Pascua que estamos celebrando transforma la existencia de cuantos creemos en Cristo, nuestro Buen Pastor. Que nos transforme a nosotros.
La experiencia Pascual nos llena de alegría y de la experiencia de su amor. Y esta alegría y este amor hemos de comunicarlos a los demás para que ellos también descubran y se encuentren con el Buen Pastor, Cristo.
Que el Espíritu Santo nos ayude a escuchar la voz de nuestro Pastor y seguirle identificándonos poco a poco con él. El ejemplo de María nos anime siempre a ello.
Adolfo Álvarez. Sacerdote