María , Modelo en el Caminar Cristiano.
Culminamos en este día, fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel, el mes de mayo, mes de María. Esta Fiesta nos pone de relieve el ejemplo de María como modelo para nosotros de vida cristiana, pues María es ejemplo para nosotros viviendo el amor a Dios y el amor al prójimo. Terminamos mayo contemplando a María como mujer de fe, confía plenamente en Dios, por eso se fía de El y así Isabel le dirá: “dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” y como mujer de caridad, por eso se pone en camino para ayudar a Isabel que está en necesidad.
María es modelo de creyente y nosotros al invocarla a lo largo de este mes, y siempre que lo hacemos, queremos que su ejemplo nos ayude a vivir como creyentes que con las palabras y las obras manifiestan de manera auténtica el amor a Dios y el amor al prójimo. La Virgen María lleva a Dios a Isabel porque ella es la Llena de gracia, la llena de Dios. Entonces todo lo que ella haga o diga, en todas sus acciones transparenta a Dios. Pidámosle a Ella que también nosotros en nuestro apostolado, con nuestra vida, hagamos lo mismo. Que la fiesta de hoy nos alcance esta gracia.
Hemos de pedirle a nuestra Madre que nos de esta actitud suya de prontitud, de atención a la voluntad de Dios, de estar abiertos y disponibles ante las necesidades de los demás.
Y en este terminar del mes de mayo queremos ofrecerle a María y por medio de María al Señor, estas siete flores, expresión de dones que Dios nos concede para vivir nuestra condición de hijos de Dios.
La flor de la ALEGRÍA. María proclamó y cantó con la alegría, la visita del Señor. Con el “Magnificat” nos hace descubrir la auténtica alegría: Dios. Hemos de irradiar la alegría a los demás. Una alegría que nace desde el corazón, que no es ficticia ni postiza. Alguien, con razón dijo que la sonrisa y el canto deben ser dos notas dominantes en la vida de un cristiano.
La flor de la ORACIÓN – Para no desfallecer en el caminar de cada día. El silencio del meditar es una escuela en la que María aprendió a ser grande ante los ojos de Dios. María nos invita a descubrir la necesidad de la reflexión y de momentos de “tratar de amistad con Dios”.
La flor de la CONFIANZA. Hay que dejar que el Señor haga fructificar nuestros esfuerzos y trabajos. María confió. No entendió al principio, pero confió y dejo que Dios llevara hasta el final su obra.
La flor de la PAZ. Para no romper nuestra amistad con Dios, ni nuestros deseos de armonía con los que nos rodean. Donde hay encuentro personal con Dios, hay serenidad alrededor. Dios es la fuente de la Paz autentica. María es la Reina de la Paz.
La flor de la DISPONIBILIDAD– No siempre hay que comprender ni entender todo lo que se nos presenta en la vida, María ante la noticia del Mensajero Celestial, se quedó ruborizada ¿quién soy yo para que un ángel me traiga semejante noticia?. No siempre hay que hacer las cosas por su fruto seguro e inmediato. María creyó y puso sus entrañas al servicio del Misterio de la Salvación. ¿Estamos disponibles allá donde Dios nos quiere?.
La flor de la FORTALEZA. María fue fuerte ante la adversidad. Permaneció firme junto a la Cruz en la muerte de su Hijo. Nos enseña a ser fuertes ante las adversidades que en el camino de la vida se nos presentan.
La flor de la SENCILLEZ. Vivir con realismo, pero sin dramatismos, las circunstancias de cada día. No obsesionarnos con el tener, pues no por tener más y más vamos a ser más felices. La Virgen es inmensamente feliz.
Que con la ayuda y el ejemplo de María, Madre del Señor y Madre nuestra, estas Siete Flores, al ofrecérselas a Ella, el Espíritu Santo, que viene siempre en nuestra ayuda, las haga florecer abundantemente en el inmenso campo de nuestra vida cristiana de cada día.
Adolfo Álvarez. Sacerdote