En la lectura de hoy tenemos la primera carta de San Pablo a Timoteo, una carta tan actual hoy en día como hace dos mil años; San Pablo, apóstol de Cristo, escribe a Timoteo , un miembro importante del equipo misional paulino, fiel colaborador del Apóstol, dándole instrucciones y le dice:
“Te ruego hermano, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias, por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el mundo”, ¡qué maravilla de petición ¡ en ella podemos ver el carácter universal de la Salvación ; Cristo vino a traer la Salvación a todos los hombres, no a unos pocos elegidos, no a los buenos , “a todos los hombres”, pues “Dios quiere que todos los hombres se salven”.
La Salvación es para toda la humanidad, todos los seres humanos están llamados por Cristo a la vida eterna, Él vino por todos y para salvarnos y redimirnos a todos ; la llamada es universal, Jesús vino a anunciar la Buena Nueva a justos y a pecadores, a ricos y pobres, a sanos y a enfermos , fue criticado por aquellos que se consideraban puros por tratar con todo tipo de personas, por compartir con todas ellas, porque Jesús no tenía prejuicios ni veía clases sociales , tampoco hacía distinciones de castas ni clasificaba a las personas , Jesucristo solo veía almas , simplemente, almas a las cuales quería conquistar, porque Cristo que es Amor siempre está sediento del amor de las almas.
Nosotros, seguidores de Cristo debemos por tanto rogar por toda la humanidad, por todos los seres humanos tal y como finaliza la lectura de hoy , hacer nuestro este cometido “ Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar alzando las manos limpias de ira y divisiones”.
Unamos nuestras manos y elevémoslas al Padre Eterno , uno y trino , uniendo nuestras súplicas a los méritos de Nuestro Señor Jesucristo y oremos todos juntos “ Santísima Trinidad, ten misericordia de todos nosotros y del mundo entero”.