La primera lectura de hoy, Números 11,4b-15, nos habla del Maná, la comida que Dios hacía llegar a los israelitas mientras iban por el desierto dirigidos por Moisés a la Tierra Prometida ; nos lo describe de la siguiente manera “ El maná se parecía a la semilla de cilantro (a la izquierda ) y su color era semejante al del bedelio”,( abajo), la lectura nos explica que “ cuando caía el rocío de noche sobre el campamento, también caía el maná, el pueblo tenía que ir a buscarlo , una vez recogido lo trituraban con piedras de moler o lo machacaban en un mortero, lo cocían en una olla y lo preparaban en forma de galletas”, la lectura nos dice que “su sabor era como el de un pastel apetitoso”.
Por otro lado el Evangelio de hoy nos habla del Milagro de los panes y los peces, viendo Jesús a la multitud y compadeciéndose de ella curó a los enfermos , al atardecer los discípulos se acercaron y le dijeron “ Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos”, pero Jesús les dijo “no es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos” y con cinco panes y dos peces Jesús levantó sus ojos al Cielo pronunció la bendición , los partió, los dio a sus discípulos ,ellos los repartieron , comieron todos hasta saciarse y llenaron doce canastas de sobras.
Tanto el Maná como el Milagro de los panes y los peces muestran la misericordia de Dios ante su pueblo que necesita de alimento corporal.
Pero Jesús nos dice que estos regalos de Dios no son lo habitual , sino lo extraordinario, no se pueden exigir pues “Comerás el pan mojado con el sudor de tu frente”, pero Él nos dice además que no somos solo animales , nos explica que “somos almas”.
La carne : la vestidura, el ser es el alma, es el alma lo que perdura , la carne se acaba y se aja y no merece la pena ocuparse de ella de tal manera que exija todos los cuidados, pues no es perfección, y Jesús nos recuerda : buscad el alimento que no es perecedero, sino el que lleva a la vida eterna, el alimento que nos da el Hijo del Hombre siempre que nosotros queramos , el alimento de su Palabra y de su Alma ,Cuerpo, Sangre y Divinidad, presente siempre en la Eucaristía, aquello que nos eleva por encima del mundo y de la carne , que nos lleva a la vida eterna y que nos encamina a su encuentro.