El mes de Mayo y María siempre van unidos, la frescura de la primavera y la belleza de las flores nos recuerdan el Amor de nuestra Madre por nosotros, nos recuerdan Su infinita hermosura, bondad y pureza.
La tradición cristiana nos remonta al siglo XII en la celebración de lo que se llamaba el Tricesimum que significaba “devoción de treinta días a María”; esta celebración se solía llevar a cabo de mediados de Agosto a mediados de Setiembre.
No fue hasta el siglo XVII, en época barroca, que se dedica un mes específico a la Bienaventurada siempre Virgen María, este mes no siempre coincidía con Mayo, pero si constaba de treinta días en los cuales se realizaban ejercicios espirituales y rezos en honor a nuestra Madre del Cielo.
Cuando estos treinta días de dedicación coincidían en el mes de Mayo , siempre las celebraciones adquirían una belleza especial y ya en el Siglo XIX se extendió la costumbre de que el mes de María fuese mayo.
Es por eso que en Mayo la Iglesia Universal festeja una especial devoción a nuestra Madre, la naturaleza se nos brinda en todo su esplendor para agasajarla con flores, su belleza y su aroma acompañan nuestras imágenes bellamente decoradas, las Parroquias adornan los altares y en nuestras casas también la siempre Virgen María se encuentra más agasajada.
No obstante el mejor regalo que podemos hacer a nuestra Madre Celestial, las flores que más le gustan son el rezo del Santo Rosario, y por eso es tradición también en este mes orar y meditar cada día el Santo Rosario, cada cuenta rezada con el corazón se eleva al cielo como una preciosa rosa que nuestra Madre acoge con amor y bendiciones.
Que este mes de Mayo sea especialmente rico en oraciones y buenas obras en honor a nuestra Madre Celestial, Ella las recogerá como cosecha preciosa para nuestro propio bien y para el bien de toda la humanidad , Ella nos ha dicho “Mi Corazón Triunfará”, ponemos todo en sus benditas manos para que así sea.