Finalizado este tiempo de Adviento en el que hemos ido preparándonos domingo tras domingo, semana tras semana, para recibir a Jesús, por fin ha llegado el gran día, “ Es Navidad”, un día tan grande que dura ocho días, de ahí viene el término octava de Navidad.
La Alegría, el Amor y el Agradecimiento inundan nuestros corazones y en la Eucaristía podemos sentir vivamente todas esas emociones ; cuando entonamos el Gloria y las campanas y campanillas comienzan a resonar somos conscientes del gran momento que estamos viviendo.
El día de Navidad el Cielo se abre para nosotros , la Gracia se desborda, se forma un canal que une Cielo y tierra, es un momento especial para tener en cuenta además a los seres queridos que ya están disfrutando de la presencia de Dios, para alegrarse todos juntos en este día pues unidos celebramos el precioso misterio de la Navidad.
La primera lectura nos narra esas palabras maravillosas de Isaías “¡Qué hermosos sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la Paz, del que anuncia la Felicidad, del que proclama la Salvación, y dice a Sión:”Tu Dios Reina”.
En el Salmo recordamos que cantamos al Señor un cántico nuevo porque hizo maravillas y en la Segunda lectura leemos como Dios cumple su promesa de Salvación enviándonos a su Hijo que sostiene el Universo con su Palabra poderosa y que tras purificarnos se sentó a la diestra del Padre.
En el Evangelio de San Juan se nos dice , “Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios, en Ella estaba la Vida , y la Vida era la Luz de los hombres, la Luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la percibieron”………..”Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”.
Y así ha sido de nuevo, como dice un precioso poema “ Y Aquel que sostiene el Universo con su Mano, cruzó el Infinito mar de estrellas para hacerse nuestro Padre, nuestro Amigo, nuestro Hermano.”
La maravillosa solemnidad de la Navidad nos hace sentir en nuestro corazón la ternura infinita de nuestro Dios que viene a cada uno de nosotros como un bebé indefenso entregado totalmente por Amor.