Adviento es un tiempo de espera, un tiempo de espera en la alegría. Todo el Adviento es una llamada a despertar del sueño de la rutina, a renunciar a la mediocridad, a abandonar la tristeza y superar el desaliento.
Hoy se nos invita a “la alegría” en el Señor, ya que la Navidad está cerca. Se nos anuncian buenas noticias, la salvación de Dios, por eso debemos alegrarnos. Pero seguimos en actitud de espera, de ahí que la alegría nos debe conducir a una mejor preparación para acoger la salvación, que ya está cerca, y a ser testigos de la presencia de Dios en el mundo. En este Domingo III de Adviento de trasfondo están las palabras de San Pablo en la carta a los Filipenses: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito estad alegres. “
En la Oración colecta de la Misa de este Tercer Domingo de Adviento pedimos al Señor llegar con alegría a las Fiesta de Navidad y celebrarlas solemnemente con el gozo del Espíritu. Y es que hermanos y amigos la Iglesia, cada uno de nosotros, está llamada, estamos llamados, a mostrar siempre la alegría de la fe, alegría que tiene sus raíces en Jesucristo, nuestro Salvador. A este propósito recordar las palabras del Papa Francisco en Evangelii gaudium: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” “Con Jesús siempre nace y renace la alegría”.
Es la alegría el lugar donde se vive y se experimenta esta venida del Señor, que está ya a la vuelta de la esquina (este domingo es como la pregustación). Nos preparamos para celebrar la fiesta de Navidad “con alegría desbordante”: una alegría que no es un sentimiento superficial o un simple movimiento psicológico; es un DON, un FRUTO del Espíritu de Dios presente en nosotros; es una alegría “en el Señor” (el nacimiento del Señor es la “Buena Noticia” para todo el pueblo). Buena Noticia que se dirige a los pobres, a los desvalidos, a los derrotados, a los pecadores, a los cautivos, a los presos…. Aceptar esta Buena Noticia lleva consigo salir de una situación desgraciada. Esta Buena Noticia es El Señor mismo que viene a hacernos plenamente felices porque Él es el sentido de la vida, el fundamento fuerte sobre el que poder construir, la esperanza hacia la que caminar.
Para invitarnos a acoger al Señor que viene hoy nos encontramos con San Juan Bautista, el Precursor. Sus palabras deben interpelarnos de forma muy especial: <<En medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mi>>. Juan Bautista no anuncia una ideología, anuncia a Jesucristo, desde la experiencia vital que tiene con el Señor.
Somos urgidos, llamados, a conocer al que viene, Jesucristo. ¡Dispongámonos a recibirle!¡Abrámosle de par en par las puertas de nuestra vida!.
El Adviento es tiempo de esperanza activa e ilusionada. Juan Bautista es la voz que nos lo anuncia, nos lo predica. Y nos está invitando a que cada uno de nosotros seamos voz de la Palabra, pregoneros de Cristo que llega a salvarnos, que llega a dar sentido pleno a nuestra vida, a colmarnos de la alegría del Espíritu. Se nos llama a ser “precursores” como San Juan Bautista.
El mundo, nuestra sociedad, nuestras familias, nuestras parroquias, necesitan profetas de esperanza, testigos con su propia vida de esta Buena Noticia de la Salvación. Pero no nos engañemos, no seremos portadores de la alegría de conocer a Jesucristo, de la alegría de anunciar que Viene, que está en medio de nosotros, si antes no lo experimentamos nosotros en nuestra propia vida. Y ¿Cómo podemos experimentarlo y vivirlo? Podemos a través de una vida intensa de fe alimentada y sostenida en la Palabra de Dios y en los Sacramentos, cultivando nuestra vida interior para que ella salga un testimonio vivo y firme, y lleno de alegría que irradiemos a nuestro alrededor haciendo verdad el refrán castellano, “de lo que rebosa el corazón habla la boca”.
Hermanos y Amigos, que en este domingo de la mano de la Virgen, nos dejemos inundar por la luz del Señor, que nos preparemos a recibirle y seamos, con la fuerza del Espíritu que nos ha ungido el día de nuestro Bautismo, testigos para el mundo de una esperanza y un gozo, que no son nuestros, sino que vienen del Señor y que nosotros queremos transparentar.
¡Ánimo y adelante! ¡El Señor está cerca!
Adolfo Álvarez. Sacerdote