Hoy la primera lectura es del Libro del Eclesiástico, es el más extenso de los libros deutero-canónicos de la Biblia , pertenece al Antiguo Testamento, su significado era “el libro de la Asamblea”; fue escrito originalmente en hebreo aunque posteriormente se tradujo al griego, data aproximadamente del año 180 antes de Cristo.
Es muy utilizado en los primeros siglos de la Iglesia sobre todo para la formación de los catecúmenos y de los fieles; en la lectura de hoy nos dice “Si te decides a servir al Señor , prepara tu alma para la prueba”, “Únete al Señor y no te separes”, “Acepta todo lo que te sucede y se paciente en las vicisitudes y en la humillación”.
De la misma manera San Marcos nos cuenta hoy en el Evangelio que llegaron a Cafarnaúm y los discípulos hablaban entre sí de quién era el más grande, Jesús sentándose llamó a los doce y les dijo “ El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”; en esta misma lectura Jesús les decía “El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, lo matarán y tres días después, resucitará”.
Vemos que los dos textos nos hablan de la humildad y la paciencia en la prueba, el hombre tiene dentro de sí el monstruo del ego, “Yo”, yo decido, yo elijo, yo sé lo que me conviene, nada más lejos de la realidad, hemos de buscar y discernir la voluntad de Dios en nuestras vidas porque Dios sí sabe lo que yo necesito, lo que a mí me conviene, lo que me hace feliz.
En la medida en que Jesús crezca en nosotros , nuestro ego debe hacerse cada vez más pequeño, menguando nuestro yo, conseguimos que Jesús crezca en nuestra vida.
Todo esto es bastante complicado, por eso se nos avisa que preparemos el alma para la prueba “porque el oro se purifica en el fuego y los que agradan al Señor en el crisol de la humillación”, y Jesús no nos enseña de palabras, nos enseña con autoridad pues Él hizo lo que dijo, fue el más humillado, el más vilipendiado, siendo perfecto, siendo Dios y solo por amor . Pero nos habla también del premio, el mayor regalo que haya existido y existirá jamás, la Resurrección, poder disfrutar de su compañía en la felicidad absoluta por los siglos de los siglos.