El Agua siempre ha tenido en la historia de la Iglesia un significado y un simbolismo importantísimo, pensemos por ejemplo en el Diluvio Universal que purificó toda la tierra, en los antiguos rituales judíos de purificación etc. etc. , pero la tradición nos cuenta que fue el Papa San Alejandro I, ( años del 106 al 115) quien instituyó litúrgicamente el uso del Agua bendita, a la que había que añadir sal, para purificar las casas cristianas.
En la Iglesia Católica, la Ortodoxa y otras Iglesias cristianas , el Agua bendita es el Agua que ha sido bendecida por un presbítero, obispo o diácono para propósitos de bautizo y otros rituales y prácticas religiosas, se convierte de esa manera en un Sacramental , un signo sagrado.
El agua es esencial para la celebración del Bautismo, donde con ella se nos limpia el pecado, bautizar en griego significa sumergir, introducir dentro del agua, ese acto representa sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo para volver con El como una nueva criatura por la Resurrección , a través del agua que fue vertida sobre nuestras cabezas, nos convertimos en “templos del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19).
La bendición con agua se utiliza como signo que nos recuerda el bautismo, se lleva a cabo en ocasiones especiales como la Vigilia Pascual, bodas y funerales.
En la Santa Misa también se mezclan con el vino , unas gotas de agua para significar la unión de Cristo y los fieles y la sangre y el agua que brotaron de su costado al ser traspasado en la Cruz.
Vemos por tanto como el Sacramental del Agua bendita es preciosísimo , lo utilizamos para bendecir personas, objetos, lugares; los exorcistas conocen bien su valor y su importancia, en los rituales se utiliza para purificar a la persona sobre la que se trabaja.
Es común que la encontremos a la entrada de los Templos donde delimita los lugares sagrados y al hacer la señal de la cruz con ella , recordamos nuestro Bautismo y nos fortalece contra el mal.
El agua bendita es otro de esos regalos maravillosos que la Iglesia nos da y de los cuales sabemos más bien poco.