Continuamos con la meditación de la Oración por excelencia, la oración que Cristo nos enseñó para dirigirnos al Padre Eterno, “el Padre Nuestro” , la Oración Perfecta, con más de dos mil años de antigüedad, hecha por Dios-Hijo, para pedir al Padre todo lo que necesitamos de alma y cuerpo.
“Perdona nuestras ofensas , como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden «
Hace unos años decíamos » perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores » ; Jesús en el Poema del Hombre-Dios nos explica que hay tres tipos de deudas :
Hay deudas materiales y deudas espirituales; las hay también morales.
Deuda material es la moneda o la mercancía que deben restituirse por haber sido prestadas.
Deuda moral es la estima arrebatada y no correspondida, el amor querido y no dado.
Deuda espiritual es la obediencia a Dios, de quien le exige mucho dándole bien poco, y el amor a Él. Dios nos ama y se le debe amor, como se debe amor a una madre, a la esposa, al hijo, de quienes se exigen muchas cosas.
El egoísta quiere tener, pero no da. Pero el egoísta está en las antípodas del Cielo. Tenemos deudas con todos: desde con Dios hasta con el esclavo, pasando por los familiares, los amigos, el prójimo en general, y los que están a nuestro servicio (pues todos éstos son en el fondo iguales que nosotros).
¿ No es curioso pensar en la facilidad con que olvidamos una deuda que tenemos hacia alguien, o una ofensa que hayamos hecho a otra persona?, la tenemos en la mente un tiempo pero pasado éste es como si se diluyese , pierde importancia e incluso se nos llega a olvidar , sin embargo “jamás” olvidamos algo que nos deben, un objeto, un favor, ni tampoco una ofensa que nos hagan, esto se nos queda grabado a fuego en la mente para toda la vida y ese rencor se nos queda como una marca imborrable por dentro.
Jesús nos dice que perdonemos , puesto que nosotros también hemos de ser perdonados .
“¡Ay de quien no perdone, porque no será perdonado! Dios no puede, por justicia, condonar la deuda que el hombre tiene para con Él, santísimo, si el hombre no perdona a su semejante.”
Pidamos la gracia al Espíritu Santo para que llenándonos del Amor de Dios, seamos capaces de perdonar desde lo más profundo de nuestro corazón a los que nos ofenden como nosotros somos perdonados.