Ayer toda la Iglesia celebraba la solemnidad de Pentecostés, con ella el Espíritu Santo venía de nuevo sobre nosotros con toda su fuerza y su poder como en los primeros tiempos. En la Vigilia de Pentecostés nos relató Ezequiel una lectura impresionante, que representa de forma muy gráfica y clara lo que el Espíritu de Dios hace en nosotros si le dejamos……….
El Espíritu de Dios lleva a Ezequiel y lo pone en medio de un valle que estaba lleno de huesos y le hizo ver que eran muchísimos y que estaban muy secos, entonces Dios le mandó profetizar sobre ellos y decirles: “Huesos secos, oíd la palabra de Yavhé, he aquí que yo hago entrar Espíritu en vosotros y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros y haré subir sobre vosotros carne y os cubriré de piel y pondré en vosotros Espíritu y viviréis y sabréis que yo soy Yavhé”.
El profeta dijo lo que Dios le había pedido y entonces ocurrió un temblor y un gran ruido y los huesos formando gran estruendo comenzaron a juntarse hueso con hueso y el profeta miró y vio como se recubrían de carne y de tendones y de piel pero no había en ellos espíritu.
Y entonces Dios le dijo “Profetiza al Espíritu, profetiza hijo de hombre y di al Espíritu : Así ha dicho Yavhé, Espíritu : ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos y vivirán, y profeticé como me había mandado y entró Espíritu en ellos y vivieron y estuvieron sobre sus pies, un ejército grande en extremo.
De la misma manera nosotros sin el Espíritu somos huesos secos, no hay vida en nosotros, podemos ser esqueletos que caminan por el mundo sin que nuestra vida tenga sentido , podemos ser cuerpos, tendones, músculos y piel pero nuestra alma carecer de vida, porque lo que da vida verdadera es el Espíritu y no viene de nosotros, viene de Dios, puesto que en Él vivimos, nos movemos y existimos.
Este texto es precioso , por medio de él visualizamos de forma perfecta lo que Dios nos quiere explicar, dejémonos impregnar por el Espíritu de Dios que ha venido a nosotros para que la Iglesia sea renovada y seamos testigos verdaderos de Cristo en nuestro mundo.