Veneramos los cristianos las cinco llagas benditas de nuestro Salvador, las de las manos , las de los pies y la del costado, sin embargo existe otra llaga desconocida y que le supuso al Redentor un dolor terrible.
San Bernardo de Claraval, en éxtasis, le preguntó a Jesucristo cuál era su mayor sufrimiento no registrado y la herida que mayor dolor le causó en el Calvario, Jesús le respondió:
“Yo tenía una en mi hombro , mientras soportaba Mi Cruz en el Camino de los Dolores. Una herida grave que era más dolorosa que las demás y que no es registrada por los hombres. Honra esta herida con tu devoción y te concederé las gracias que pidas a través de su virtud y mérito. Y en lo que respecta a los que veneren esta herida, voy a remitir todos sus pecados veniales y ya no me acordaré de sus pecados mortales”.
De la misma manera Santa Catalina de Emmerich relató: “Había una herida terrible en el hombro que había llevado el peso de la Cruz.”
El testimonio más reciente lo tenemos de nuestro querido Padre Pío de Pietrelchina, en una ocasión cuando el Papa San Juan Pablo II le preguntó cuál de sus heridas le hacía sufrir más, el Padre Pío le contestó : “Es mi herida del hombro, que nadie conoce y nunca se ha curado o tratado”. En el año 2008, 40 años después de la muerte del Padre Pío se supo por el hermano Modestino de la herida del hombro derecho por una mancha de sangre en una camiseta; el hermano Modestino pidió al padre Pío que le iluminara sobre esa mancha y que le diera una señal sobre si era la herida del hombro de Cristo; una vez se fue a dormir el hermano Modestino despertó a la una de la mañana con un dolor insoportable en el hombro,como si hubiera sido cortado con un cuchillo hasta el hueso, él sentía que moriría por ese dolor, pero duró muy poco, tras él la sala se llenó del aroma de perfume de flores , signo de la presencia del Padre Pío y oyó una voz que decía “Esto es lo que yo tenía que sufrir”.
En nuestro camino en búsqueda de la verdad constantemente somos sorprendidos por nuevos y maravillosos descubrimientos que no hacen sino aumentar el amor que sentimos por nuestro Redentor porque el Amor que Él siente por nosotros es sin duda infinito y eterno.