Culminamos el Año Litúrgico celebrando la Solemnidad de Cristo Rey, solemnidad instaurada por el Papa Pio XI y que la reforma litúrgica situó en la culminación del Año Litúrgico poniendo de relieve así que Jesucristo, que vino a salvarnos y vendrá a juzgarnos, es el centro del hombre y de la historia, es el Alfa y Omega, como nos recuerda la liturgia en la Noche Santa de la Pascua al realizar la signación del Cirio Pascual.
A lo largo del Año Litúrgico, este año de la mano de San Lucas, hemos ido recorriendo el camino de Jesús, pero a veces olvidamos el camino que Jesús recorrió para llegar a ser Rey del Universo. Este camino pasa por la abnegación, la obediencia, la cruz….No lo olvidemos.
Jesús bajó desde “lo más alto” hasta “lo más bajo” del mundo. San Pablo nos presenta este camino en el himno que dedica a Jesucristo , que se encuentra en la Carta a los Filipenses y que la Iglesia canta al iniciar la Celebración del Domingo en las Primeras Vísperas: “El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que despojó de sí mismo, tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte de cruz (Fil 2,6-8).
Nosotros en este día podemos preguntarnos ¿Estamos dispuestos a recorre este mismo camino? Este camino desemboca en la exaltación y glorificación eternas en Dios, San Pablo termina este fragmento así: “Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo es Señor para gloria de Dios Padre” (Fil.2,9-11).
Y es que Dios no abandona en el fracaso a quienes ponen su confianza en Él. Dios no deja tirados en la cuneta de la vida a quienes han obedecido hasta el final sus mandamientos. Dios acoge al humilde, y rechaza al soberbio: “el que se humilla será enaltecido y que el que se ensalza será humillado” (Lc.14, 11). Así la súplica que le hizo <el buen ladrón> “Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” (Lc 23,42) es escuchada y recibe respuesta: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” .
Se nos hace caer en la cuenta que nuestro Rey es bien distinto a los reyes de este mundo. ¿Cuál es su poder? ¿en dónde radica su autoridad? en el Evangelio encontramos una respuesta clara y al mismo tiempo desconcertante: su poder llega hasta los hombres jamás hubiéramos podido conseguir ni conceder: la Vida eterna. Y esto lo realiza cuando se conmueve y brota de Él la fuerza de la Misericordia. Y el poder radica en la compasión, en la ternura y en la misericordia. ¡Asombroso!
Cada día, en el Padrenuestro pedimos al Padre que venga su Reino. Sabiendo mirar como el buen ladrón, con humildad y confianza, incluso en las situaciones de dolor y sufrimiento, de injusticia o desanimo, conseguiremos arrancar del Corazón de Cristo el invencible poder de su Misericordia y así iremos haciendo realidad su Reino.
Amigos, la Solemnidad de Cristo Rey ilumina toda nuestra vida de cristianos para que no nos equivoquemos de camino en nuestra vida de cada día, para que no nos dejemos llevar por quienes sólo buscan en la vida las glorias humanas, los triunfos, … y el ejemplo de Cristo que nos dice en el Evangelio: “Quien quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor y el quiera ser primero entre vosotros sea vuestro esclavo “ sea siempre nuestra referencia fundamental.
Cristo quiere reinar en el mundo a través de nosotros, Cristo cuenta contigo y conmigo para que venga su Reino, “de la verdad y de la vida, de la santidad y de la gracia, de la justicia, el amor y la paz”, como nos recuerda y canta la Liturgia en el Prefacio de este día, crezca entre nosotros, llegue a todos. Y podemos preguntarnos si cada uno de nosotros está llamado a colaborar el Reino ¿Cómo hacerlo? En el camino de Cristo encontramos la manera, tú y yo colaboramos:
– cada vez que siembras perdón y misericordia…
– cada vez que tiendes tu manos al hermano pobre y abandonado…
– cada vez que defiendes la vida humana…
– cada vez que sirves a la verdad… –
– cada vez que promueves la paz y la concordia…
– cada vez que suscitas esperanza y confianza…
– cada vez que trabajas por la civilización del amor…
– cada vez que defiendes la dignidad de toda persona humana
Creo , para concluir esta reflexión, que la mejor manera de Celebrar esta Solemnidad de Cristo Rey es hacernos estas preguntas: ¿ Qué lugar ocupa Jesús en nuestro corazón? ¿Qué importancia tiene para mí lo que él Dijo e hizo en su camino de vida y que hemos ido escuchando y contemplando cada domingo en la Celebración a lo largo del Año Litúrgico que termina? ¿A quien tengo sentado en el trono de mi corazón? ¿ Qué otros reyezuelos quieren reinar en mi vida?
Con la mirada en Cristo, abriéndole nuestro corazón, deseando que reine en nuestras vidas le decimos: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”.
Adolfo Álvarez. Sacerdote