Por la evangelización: La Iglesia en África, fermento de unidad
“Para que, a través del compromiso de sus miembros, la Iglesia en África sea un fermento de unidad entre los pueblos, un signo de esperanza para este continente”.
Vuestra visita me ofrece la ocasión de renovaros mi aliento y mi confianza y de poner de relieve el espíritu de comunión que consideráis importante mantener con la Sede apostólica. A fin de que el Evangelio toque y convierta los corazones en lo profundo, debemos recordar que solamente estando unidos en el amor es cómo podemos dar testimonio de modo auténtico y eficaz. Unidad y diversidad son para vosotros realidades que deben ir firmemente unidas para hacer justicia a la riqueza humana y espiritual de vuestras diócesis, que se expresa en múltiples formas.
Además, deseo que la buena colaboración entre la Iglesia, el Estado y la sociedad camerunesa en su conjunto, manifestada recientemente por la firma de un Acuerdo marco entre la Santa Sede y la República de Camerún, dé frutos abundantes. Os invito a poner concretamente en práctica este Acuerdo, ya que el reconocimiento jurídico de muchas instituciones eclesiales les dará un mayor alcance, a beneficio no sólo de la Iglesia, sino también de toda la sociedad camerunesa.
Al respecto, acojo con agrado el considerable compromiso de vuestras Iglesias locales en numerosas obras sociales. Este compromiso en los ámbitos educativo, sanitario y caritativo es reconocido y apreciado por las autoridades civiles; este debe ser el ámbito de una fecunda colaboración entre Estado e Iglesia, en el respeto de la plena libertad de esta última. El compromiso en las obras sociales es parte integrante de la evangelización, ya que existe un nexo íntimo entre evangelización y promoción humana. Esta última se debe expresar y desarrollar en toda la acción evangelizadora (cf. Evangelii gaudium, n. 178). Os aliento, por lo tanto, a perseverar en la atención que tenéis hacia los más débiles, sosteniendo, material y espiritualmente, a todos los que se dedican a ellos, en especial a los miembros de los institutos religiosos y a los laicos asociados; les agradezco de todo corazón por su entrega y por el testimonio auténtico que dan del amor de Cristo por todos los hombres.
Vuestra acción evangelizadora será mucho más eficaz si el Evangelio es realmente vivido por quienes lo han recibido y lo profesan. Es este el modo para atraer hacia Cristo a quienes aún no lo conocen, mostrándoles el poder de su amor capaz de transformar e iluminar la vida de los hombres. Sólo así podemos hacer frente, vigilando pero con serenidad, al desarrollo de múltiples propuestas nuevas que seducen las mentes sin renovar profundamente los corazones. Por lo demás, la presencia importante de musulmanes en algunas de vuestras diócesis es una invitación urgente a testimoniar valiente y gozosamente la fe en Cristo Resucitado. Desarrollar el diálogo de la vida con los musulmanes, con un espíritu de confianza recíproca, es hoy indispensable para mantener un clima de convivencia pacífica y frenar el desarrollo de la violencia de la cual los cristianos son víctimas en ciertas regiones del continente.
Me parece esencial, por lo tanto, como prioridad, continuar vuestra acción orientada a sembrar y reforzar la fe en el corazón de los fieles. La formación es un elemento esencial en el desarrollo del pueblo de Dios, especialmente en estos tiempos en los que el relativismo y la secularización están comenzando a entrar en auge en África. Muchos laicos están implicados en sus parroquias y en los movimientos, y son, con certeza, fundamentales para la transmisión de la fe. Su formación debe ser sólida y permanente. Os pido que transmitáis a estos fieles laicos y a todas las personas implicadas en el trabajo de formación mi aprecio y mi más caluroso aliento.
Papa Francisco