Semana Santa, Misterio de Vida Nueva, Camino de Amor Entregado.
La Semana Santa es un Misterio de fe, de amor, de gracia. Celebramos el Misterio central de nuestra fe. Nuestro corazón se sitúa ante el de Cristo, que al quebrarse, nos va mostrando lo que significa la autenticidad y la grandeza de una vida entregada.
Es Dios que nos ama y nos perdona siempre, y lo muestra acogiendo la muerte de su propio Hijo. Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección. Vivir la Semana Santa es vivir de nuevo la experiencia de Jesucristo que “me amó y se entregó a la muerte por mí”. Descubrir de nuevo la misericordia de Dios manifestada en Jesucristo que se entrega por el perdón de mis pecados y acoger esta misericordia celebrando el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia, y así acoger con un corazón purificado por la gracia del perdón la vida nueva que brota del Árbol Santo de la Cruz. Vivir la Semana Santa es afirmar que Cristo se queda con nosotros para siempre en la Eucaristía y recibirlo con frecuencia en la Comunión. Vivir la Semana Santa es redescubrir la fe en Jesucristo y ponernos a vivir en cristiano con Jesucristo y desde El todos los días del año, cultivando la amistad con Él en la oración, fortaleciendo la fe a través de los Sacramentos y viviendo la caridad en el trato con los demás.
Vivir la Semana Santa, es una gran oportunidad, un “momento de gracia” para pararnos, pensar en serio, y preguntarnos delante del Señor, por nuestra vida, en que y como se está gastando nuestra vida. Para darle, si es preciso un nuevo rumbo a nuestro quehacer diario, a nuestra vida. Para abrirle más auténticamente las puertas de nuestro corazón a Dios, y desde Dios a los demás. Todo el Camino de la Semana Santa tiene su Centro en el Triduo Pascual, con su Prólogo el Jueves Santo: El jueves NOS SIENTA A LA MESA, y nos hace comer su Cuerpo y beber su Sangre. El alimento que nos salva, el alimento de nuestra liberación, el alimento para amar igual que Jesús. El viernes, EN LA CRUZ EL DOLOR, nuestro dolor, se transforma por la fuerza del Amor. En la contemplación de la Cruz experimentamos el Amor de Dios por cada uno de nosotros. El sábado, SU SEPULCRO, guardamos silencio ante su descenso al lugar de los muertos, de allí brotará el grano que dará fruto abundante.
El Camino llega a su cumbre en la VIGILIA PASCUAL (sábado por la noche) con la que comenzamos a celebrar EL DOMINGO DE RESURRECCION. ¡No faltemos a la Vigilia Pascual! ¡No dejéis de participar! Es la Celebración más importante de todo el Año Litúrgico. Cristo Resucitado ilumina nuestras noches, nuestras dificultades, nuestros problemas. Nos da una Vida nueva. Él sana nuestras heridas. Hemos de disponer nuestro corazón a vivir estos días santos en Camino con Cristo, para experimentar la vida nueva que brota de su Pasión, Muerte y Resurrección. La Semana Santa, hermanos y Amigos, es tu TIEMPO DE GRACIA, UNA OPORTUNIDAD UNICA para crecer en nuestro ser cristianos, un morir con Cristo para resucitar con Cristo, morir a nuestro egoísmo y resucitar al amor. Vivamos con sinceridad el Santo Triduo Pascual, dejemos a Cristo que nos ama inmensamente entrar en lo más profundo de nuestro corazón, vivamos la vida nueva de la Pascua y seamos testigos de su Resurrección en medio del mundo que nos toca vivir. Adolfo Álvarez. Sacerdote