INTENCIONES DE ORACIÓN DEL SANTO PADRE CONFIADAS A LA RED MUNDIAL DE ORACIÓN.
Por la evangelización: Los sacerdotes en su misión pastoral
“Para que los sacerdotes que viven con fatiga y en la soledad el trabajo pastoral se sientan confortados con la ayuda de la amistad con el Señor y con los hermanos”.
“Una presencia encarnada impone al sacerdote que tenga, por una parte, una actitud de apertura de corazón y de mente para conocer la realidad pastoral de su comunidad; y, por otra, que sea, de manera especial, sensible al sufrimiento de aquellos que viven cualquier experiencia de debilidad humana. El sacerdote ha de ser profundamente “humano”. Juan Pablo II dice que “la carta a los Hebreos subraya claramente la “humanidad” del ministro de Dios” Pastores dabo vobis, Exhortación Apostólica de Juan Pablo II, (1992). Efectivamente, ¿no es esta “humanidad” la que se afirma de Cristo, Sumo Sacerdote, cuando dice: “no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades”? (Hebr 4,15).
Esta actitud de “empatía” con la debilidad de los hombres no es un rasgo que se resalta por razones sociales o coyunturales, sino que pertenece a la misma naturaleza de la “consagración” y de la “misión” del pastor, porque difícilmente “podrían servir a los hombres si permanecieran extraños a su vida y a sus condiciones” (Presbyterorum Ordinis, Decreto del Vaticano II: (1965). El Papa, en diálogo con los sacerdotes, les dice que “es preciso conocer a las ovejas, tener relaciones humanas con las personas que nos ha sido encomendadas, mantener un contacto humano y no perder la humanidad, porque Dios se hizo hombre y así confirmó todas las dimensiones de nuestro ser humano” BENEDICTO XVI, Encuentro con sacerdotes de Italia (24/7/07)
Nadie duda que de la consagración y de la misión del sacerdote se deriva esta actitud de solidaridad con el que sufre. Sin embargo, el resaltarla, pastoralmente, se debe a la necesidad de fortalecer la conciencia y dinamizar el espíritu ante el riesgo y tentación de la “huida” de la cruz, que supone la empatía con el sufrimiento de los demás. Sólo con el apoyo en la fe podrá el sacerdote asumir su compromiso con los que sufren.
En efecto, el sacerdote “está llamado a ser siempre un auténtico buscador de Dios, permaneciendo al mismo tiempo cercano a las preocupaciones de los hombres” (Sacramentum Caritatis, Exhortación Apostólica de Benedito XVI (2007). No se puede perder de vista que el sacerdote está sometido a la misma influencia ambiental del “hedonismo”, “sensualismo” y “consumismo”, que caracterizan una sociedad materialista, y, por tanto, ha de estar vigilante para mantener una actitud de acogida, compasión, comprensión y misericordia con la debilidad humana; en definitiva, “los presbíteros deben vivir con todos con exquisita delicadeza, a ejemplo del Señor” (Presbyterorum Ordinis, 6).
Más explícitamente y con una claridad pastoral excelente nos dice: “En el trato con los hombres y en la vida de cada día, el sacerdote debe acrecentar y profundizar aquella sensibilidad humana que le permite comprender las necesidades y acoger los ruegos, intuir las preguntas no expresadas, compartir las esperanzas y expectativas, las alegrías y los trabajos de la vida ordinaria; ser capaz de encontrar a todos y dialogar con todos” (Pastores dabo vobis, 72). ¿Qué otro sentido tiene el texto paulino cuando dice: “Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran” (Rm 12, 15)?)